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Por JUAN T H

Altice

La República Popular China ha hecho, en 50 años lo que muchos países grandes y desarrollado no han logrado en más de mil años, sin convertirse en un imperio que gana territorio y poder haciendo la guerra, saqueando, violando y matando a los demás, como ha sido la historia de las grandes potencias.

Con perseverancia, trabajo y dedicación, teniendo sus metas y propósitos bien definidos, con aciertos y desaciertos, con derrotas y victorias, el inmenso pueblo chino se ha levantado de la ruina para convertirse en una gran potencia política, económica y social, imposible de ignorar por el resto de naciones del mundo. ¡La República Popular China es una realidad!

De ser un país aislado, con una muralla que llegó a tener 21 mil kilómetros, postrado por el feudalismo y un capitalismo atrasado, con millones de campesinos y obreros atrapados por la pobreza, el pueblo se levantó y produjo en 1949 una revolución que lo puso en el camino del progreso. En efecto,  China dio un salto al frente rompiendo todos los obstáculos que se le interponían, muchos provenientes del extranjero, pues las potencias occidentales hicieron todo lo posible para que su revolución fracasara. Sus líderes supieron enmendar los errores, derrotar a los enemigos internos y externos, para lograr el éxito. China rompió el cerco y fue abriendo surcos consolidando su aparato productivo, educando a su gente, preparándola en ciencias y tecnología. Logró sacar de la pobreza a más de 700 millones de sus ciudadanos, una proeza única en el mundo. China avanza rápidamente hacia el desarrollo en todas las áreas del conocimiento.

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La mayoría de los países han reconocido a China establecido relaciones  respetuosas sin amenazas, imposiciones o agresiones militares. China cree en el respeto a determinación de los pueblos, no en la guerra que solo destruye vidas y propiedades.

La República Dominicana era de los pocos países que se mantenían atados a Taiwán, una isla que forma parte de China continental, y que en algún momento tendrá que unirse para formar un solo país aunque sea bajo el modelo de “un país, dos modelos”, el socialismo coexistiendo con el capitalismo, porque, como decía uno de sus líderes emblemáticos, “no importa que el gato sea negro o sea blanco, lo que importa es que cace ratones”, es decir, que resuelva los problemas de la gente.

Hizo bien el presidente Danilo Medina y el PLD en establecer relaciones bilaterales con China y romper con Taiwán, aunque creo que debió hacerse sin herir a los taiwaneses que tan solidarios fueron con el pueblo dominicano.   Pero creo al mismo tiempo, que esas relaciones con China debieron realizarse muchos años antes, pero por razones de geopolítica estratégica impuestas por Estados Unidos, no se había producido. Pero es  mejor tarde que nunca.

En un hecho insólito, que no termino por entender, el gobierno “socialdemócrata”  del Partido Revolucionario Moderno, a juzgar por las declaraciones del presidente Luís Abinader, y del canciller Roberto Álvarez, se enfriarán, disminuirán o desaparecerán por mandato de Estados Unidos. Desde el primer momento el gobierno estadounidense se opuso al acercamiento con China, como si fuéramos una colonia, parte de su territorio. Se supone que somos un país libre y soberano, que nadie debe decirnos quienes son los amigos y quienes los enemigos, porque si a eso vamos, no han sido los chinos los que  nos han invadido en dos ocasiones. Las relaciones con China no deben “enfriarse”; por el contrario, debemos  fortalecerlas sobre la base de la cooperación, la solidaridad y respeto mutuo.  El pueblo chino es un pueblo amigo. Tratémoslo como tal.

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Por otra parte, tomemos en cuenta que la política internacional de Estados Unidos cambiará  durante el gobierno de Joe Biden. El nuevo presidente  cree que el mundo ha cambiado durante la pandemia. Volverá a la Organización Mundial de la Salud y otros órganos internacionales. Apoyará la lucha contra el cambio climático, etc. Es posible que la guerra comercial con China termine o disminuya. Seguir los lineamientos absurdos de Donald Trump, que por suerte perdió las elecciones, no es inteligente.

PD: Para ser amigo de China no hay que ser enemigo de Estados Unidos. Y viceversa. Un país tan pequeño como el nuestro no debe tener enemigos, sólo amigos.

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