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Banco Popular

Por JUAN T H

Altice

No fue por miedo que el presidente Luís Abinader decidió retirar del Congreso el proyecto de reforma fiscal que había enviado; fue por prudencia política ante los acontecimientos previsibles que atentaban contra la paz social y la gobernabilidad.

En poco más de cinco minutos, el presidente Abinader desactivó los preparativos, no sólo de “cacerolazos” que ya se escuchaban estruendosamente en los sectores de clase media que estaban siendo manipulados y desinformados a  través de las redes sociales y los medios de comunicación, sino de una huelga nacional con ribetes violentos y de una poblada similar a la de abril de 1984 durante el gobierno de Salvador Jorge Blanco que produjo cientos de muertos, apresados, desaparecidos, saqueos y caos generalizado.

El presidente, en menos de 5 minutos, repito, desactivó la conspiración de grupos económicos, políticos y sociales, que los organismos de seguridad del Estado, habían detectado. Abinader vio detrás de la curva. No podía permitir que la reforma fiscal le sirviera de excusa a los enemigos de la estabilidad política y económica que vive el país.

Así como el expresidente Leonel Fernández prefirió “pagar para no matar”, Abinader prefirió la paz y la estabilidad, sin tener que “pagar”, ni “matar” a nadie. Solo los corruptos y los asesinos en potencia, pagan para no matar.

Ahora bien, contrario a lo que hizo el presidente Abinader, yo, no hubiera retirado el proyecto de reforma, al contrario, lo hubiera mantenido, pero con nuevas ideas. Yo le hubiera hecho una reforma a la reforma.

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Por ejemplo, hubiera ampliado la tasa del ITBIS (Impuesto sobre transferencia de bienes industrializados y servicios) bajándolo de un 18 a un diez o un 12; probablemente habría exceptuado del ITBIS los productos básicos de la canasta familiar; también habría evaluado el impacto del IPI (Impuesto al Patrimonio Inmobiliario) lo mismo que el impuesto al ahorro que se pretendía, las exenciones fiscales que sobrepasan los 340 mil millones de pesos al año, que se han eternizado, revisado la ley de cine que muchos dicen es un atraco a manos desarmada, etc. La idea del “monotributo” que, entre otras medidas, sugirió la Universidad Autónoma de Santo Domingo a través del decano de la facultad de ciencias económicas y sociales, doctor Antonio Cruz Ciriaco.

Con o sin reforma, es tarea urgente de las autoridades reducir los niveles de informalidad y evasión fiscal, que según las autoridades monetarias supera el 40%. Eficientizar el cobro de los impuestos es esencial. Que paguen los que más tienen y los que más pueden. (A cada quien según su necesidad y a cada quien según su capacidad”)

Me pregunto, ¿si la reforma fiscal, al decir de los más prestigiosos economistas “independientes” del país, y de organismos internacionales como el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional, entre otros, es absolutamente necesaria, por qué no hacerla de manera escalonada. en uno o dos años, dependiendo de las circunstancias?

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No había prisa. Según el Banco Central, el país va bien, el sistema financiero es sólido, las reservas monetarias están en un nivel récord, la economía ha crecido y seguirá creciendo, el empleo ha aumentado, la evasión fiscal se ha reducido al igual que la informalidad. Si todo eso es cierto, el presidente bien puede replantear el carácter y el alcance de la reforma. ¿o no?

Insisto, yo, presidente de la República, economista de profesional como lo es el presidente Abinader, con estudios especializados, empresario y dirigente político de gran sensibilidad social y vocación de servicio, le hubiera hecho una reforma a la reforma, para lo cual no había que retirar del Congreso la propuesta original.

A los dirigentes políticos oportunistas, sin calidad política ni moral, que deberían estar presos, que intentaron pescar en río revuelto, se les peló el billete. Abinader los desarmó en cinco minutos, los dejó sin discurso y sin posibilidad de crear un clima de inseguridad ciudadana y de violencia en las calles. Gracias al tacto y la prudencia del presidente Abinader, la paz social se mantiene, en tanto que la democracia se fortalece.

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