Por Carlos Ricardo Fondeur Moronta
Entretenido cual manera de cuidar la ciudad, nuestro patricio podría estar pensando que la protuberancia en el techo de ese edificio, podría ser más bien una letrina o un simple cuarto de regueros.
Es norma en todo el planeta, que antes de colocar un busto o estatua, una reliquia o un monumento, avizorar tipo “relojeo” (del argot militar) en busca de puntos fuera de contraste con dicha mole. Se coloca frente a una pared o edificio con dibujos alegóricos a los ideales o acciones históricas del héroe o patricio o jardín de bellas flores.
En el Parque Duarte no ocurrió así. Nuestro lar destinado a la convivencia, punto de encuentros, punto de descanso y donde transitan cruzando hacia su destino a los barrios de nuestra parte sur, y donde pernoctan de forma planificada nuestros agentes policiales que resguardan el centro histórico y comercial de la provincia de Santiago. Aquí, en el punto convergente de las calles Del Sol y 30 de Marzo, se encuentra Juan Pablo Duarte con la mirada perdida en el espacio. Como avistando las numerosas palomas que cruzan la ciudad de lado a lado y de paso, ver una estructura que afea nuestro punto turístico citadino.
Frente a Duarte, debería estar decorado. Que ese edificio donde otrora operaba una de las más grandes y prestigiosas tiendas del país, sea decorado, sin menoscabo de los intereses económicos de las empresas que allí operan. Pero sobretodo, así lo manda las reglas de convivencia urbana, esa estructura debe ser remodelada y pintada alegóricamente a los principios y esfuerzos de Duarte con el devenir libertario suyo y de los demás héroes patrios de nuestra Independencia Nacional.
Cosa extraña, que acontece a pesar de la visión de extrema capacidad artística y criterios urbanísticos de la Directora de la Oficina Municipal de Planeamiento Urbano, arquitecta Nancyd Espinal y de misión ejemplar de nuestro alcalde, Abel Martínez, y extraño que miles de personas cruzan de Sur a Norte todos los días y no se percatan de tan ofensiva forma de darle espacio en su parque a nuestro patricio, mientras que El Lector, estatua de un lector de libro que se ubica a la izquierda, por la parte de la calle 30 de Marzo, tiene de fondo un excelso panorama, desde las torres de nuestra Catedral Santiago Apóstol, hasta el Palacio Consistorial, no sin antes verse la arquitectura del Centro de Recreo, ubicado al fondo, centro, del Parque Duarte.
Todos los puntos desde el Parque Duarte guardan relación histórica y artística. Menos la de Juan Pablo Duarte, que mira hacia lo que parece ser una letrina o retrete.
Atinada observación hace el señor Fondeur