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Por Rafael Baldayac 

Altice

El miedo a perder el poder,  lo corrompió. Nuestro mundo está agonizando en un nivel de podredumbre moral comparable a la época de Noé, previo al diluvio según Génesis 6:11.

Pero nos hacemos la pregunta ¿Qué es ser corrupto? El término corrupción procede del concepto de podredumbre, descomposición, putrefacción, que es el proceso natural de la degradación de un organismo biológico tras su muerte.

En el caso al cual no referimos, se entiende por corrupción una conducta inmoral y contraria a los valores cristianos, o sea muerte espiritual. La corrupción entraña un pecado grave pues es una agresión al prójimo y también al bien común.

Podemos identificar como corrupción cualquier acción de deshonestidad, falta de integridad, maldad, pecado:  además del soborno como los casos Odebrecht, también se cataloga  de corrupción  el tráfico de influencia, la explotación del obrero,  el chantaje , el fraude y cualquier tipo de extorsión.  Es robar, engañar, mentir, codiciar, ambicionar, y darle la espalda al necesitado, explotándole o haciéndole  trampa.

El soborno es un delito que consiste en que una autoridad o funcionario público acepta o solicita dinero,  regalo  o dádiva a cambio de realizar u omitir un acto inherente a su cargo.

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La Biblia  condena abiertamente el soborno. En Deuteronomio 16:19  leemos: “No tuerzas el derecho; no hagas acepción de personas, ni tomes soborno; porque el soborno ciega los ojos de los sabios, y pervierte las palabras de los justos”. (Deuteronomio 16: 19). Enjuicia el sicariato: “maldito quien acepte soborno para quitar la vida a un inocente” (Deuteronomio  27: 25).

Como consecuencia de la corrupción, el profeta Jeremías condenar a los que prosperarán haciendo lo malo (Jeremías 5:28) y por otro lado, prohíbe la opresión y el robo como parte de la corrupción. Leamos en Levítico 19:13 “No oprimirás a tu prójimo, ni le robarás. No retendrás el salario del jornalero en tu casa hasta la mañana”.

 También el libro de los Salmos contiene distintas referencias a esta lacra. “No morará en mi casa quien cometa fraude” (Sal 101, 7). “No juntes mi alma con los pecadores, ni mi vida con los hombres sanguinarios, que tienen en sus manos la infamia, y su diestra repleta de soborno” (Sal 26, 10).

¿Por qué existe la corrupción? Sencillamente porque somos pecadores. La corrupción nació en el huerto del Edén, cuando  Adán y Eva desobedecieron a Dios. Como consecuencia de ello apareció el egoísmo, el cual destruyo la naturaleza humana. A partir de ahí nace el pecado, el cual corrompe  el corazón del hombre, naciendo la codicia, la avaricia, el deseo de poder y todos los males que generan la corrupción.

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Al estudiar detenidamente la Biblia vemos que a lo largo del Antiguo Testamento las sociedades se corrompieron continuamente. Ocurrió en la generación de Noé, en la etapa de la Torre de Babel, durante el cautiverio de los hebreos en Egipto, y en el peregrinar de los hebreos por desierto en busca de la tierra prometida.

Como consecuencia de la corrupción, se destruyó la civilización de Noé, se desarrolló la esclavitud de los hombres, se escribieron los diez mandamientos, y durante todo el período de los reyes de Israel, sus gobernantes se corrompieron, y como consecuencia de ello fueron llevados al cautiverio. Es ahí cuando aparecen los profetas para señalar el pecado de la corrupción, ligado al corazón del hombre. Genuino arrepentimiento y creer en Cristo es el único camino.

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