Durante todo el tiempo de la pandemia el gran ausente en la batalla contra el COVID-19, ha sido el Gobierno Municipal, los santiagueros hemos estado huérfanos, sin la presencia del alcalde, la autoridad máxima de nuestro Gobierno Municipal, su capacidad de convocatoria como autoridad ha estado ausente y como ente coordinador con las demás instituciones del Estado para desplegar políticas de contención de la pandemia y para dirigir a los voluntarios y activistas sociales a movilizarse en brigadas barriales que educaran a nuestros munícipes
El alcalde Abel Martínez no ha desplegado sus dotes de gran dirigente para unificar los miembros del Consejo de Regidores y aprobar, con el consenso de todos, un programa para mitigar la pandemia en coordinación con la Secretaria de Salud, los clubes, las iglesias y las Juntas de Vecinos para una participación necesaria, movilización fundamental para tener éxito frente a la pandemia.
En el Consejo Municipal se conoció una declaración de emergencia que solo sirvió para un dispendio masivo de recursos económicos de decenas de millones sin que se viera ningunas acciones de una campaña de contención o educación contra el COVID-19 sin que el alcalde Abel Martínez, presentara hasta la fecha ningún informe.
El alcalde Abel Martínez con su sobrada experiencia en el manejo de los barrilitos viene manipulando a la oposición de regidores no se ve en ellos una oposición critica frontal en defensa de los intereses de los munícipes de Santiago y ha reducido a la oposición a uno o dos que con firmeza enfrentan los desafueros del alcalde,
La gestión municipal debe ser en todos los órdenes de la vida social de la comunidad de Santiago y es una mediocre gestión si solo se limita a la recogida de basura y al ornato en el casco urbano dejando a su suerte los barrios populares. Es tradición de los alcaldes de Santiago, con algunas excepciones, de medrar alrededor de los negocios de la recogida de basura y las construcciones municipales, pero ninguno enfrenta con seriedad el vertedero de Rafey, su traslado o su reconversión técnica con relleno sanitario, el transporte urbano, y la asistencia social a las personas vulnerables que pululan por las calles de la ciudad.
El alcalde Abel Martínez es el único que tiene en su portafolio el haber destruido los medios de subsistencia y el trabajo de 400 familias que vivían precariamente del vertedero de Rafey y que fueron los pioneros en el país de clasificar manualmente los residuos sólidos para las recicladoras
La expropiación del trabajo de los Buzos de Rafey y de sus equipos -montacargas, trituradora y compactadora-, fue a sangre y fuego, matando a un Buzo e hiriendo a varios, cárceles y persecución para el presidente Juan Rosario y la expulsión definitiva de todos los Buzos del vertedero de Rafey.
La persecución y expulsión de los Buzos del vertedero de Rafey por parte del alcalde Abel Martínez y la crisis humanitaria generada tuvo como objetivo la entrega de la gestión del vertedero de Rafey, en una concesión por 20 años a la empresa Cilpen Global, cuyo propietario es el Sr. Neney Cabrera.
La labor que realizaban los dignos trabajadores en el vertedero de Rafey, los Buzos, de clasificación manual de los residuos sólidos para el reciclaje, no le costaba un centavo a la administración pública y ahora le cuesta al gobierno y la alcaldía de Santiago sumas millonarias sin que hasta la fecha se haya producido un kilo de abono orgánico ni un kilovatio de energía del famoso relleno sanitario y mal llamado EcoParque Rafey.
El alcalde Abel Martínez ha estado ausente durante toda la tragedia del COVID-19 en Santiago y seguirá ausente al profundizar sus aspiraciones presidenciales.
Santiago no tiene suerte.
Por Franklin Rosa