Las graves consecuencias de la privación del sueño perennemente captan la atención de la sociedad. Y, a medida que los niños regresan a la escuela, el sueño y su ausencia son motivo de especial preocupación.
En comparación con las normas históricas, ¿cómo han cambiado nuestras expectativas contemporáneas del sueño? ¿Cuáles son los efectos del sueño inadecuado? ¿Qué se puede hacer para optimizar la experiencia del sueño, especialmente en el contexto del insomnio?
Brandon Peters-Mathews, clínico e investigador del sueño de la Universidad de Stanford, trata a personas con problemas de sueño. Para Peters-Mathews, hay pocas razones para sospechar que nuestras necesidades colectivas de sueño han cambiado drásticamente en el pasado reciente, ya que están arraigadas en procesos fisiológicos inmutables. Sin embargo, deberíamos prestar atención a nuestras necesidades de sueño, y eso no es tan difícil como parece.
¿Qué es el sueño de todos modos?
Desde una perspectiva clínica, el sueño se define como un estado conductual reversible de falta de capacidad de respuesta y desconexión perceptiva del medio ambiente. Depende del equilibrio entre el impulso del sueño -el deseo de dormir que se acumula durante la vigilia-, y está relacionado con la acumulación y eliminación de sustancias químicas dentro del cerebro (como la adenosina) y la señal de alerta circadiana. El ritmo circadiano coordina los procesos del cuerpo con los patrones ambientales de luz y oscuridad. El sueño adecuado es y siempre ha sido restaurador para el cuerpo. Respetar el sueño y preservarlo en beneficio de la salud no ha sido tan permanente.
Los investigadores han aprendido más sobre el sueño en los últimos 100 años que en todos los milenios anteriores combinados. El advenimiento y el acceso económico a la luz artificial sin duda marcó un cambio significativo en esta historia. La comprensión científica del sueño continúa evolucionando y sigue siendo incompleta.
Sin embargo, parece que las personas duermen menos ahora que en las últimas décadas. Las recientes encuestas autoinformadas entre los adultos estadounidenses sugieren constantemente que los adultos no están durmiendo lo suficiente. Esto plantea la pregunta: ¿cuánto sueño realmente necesita la gente?