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Por Ramón Alberto López Ynoa

Altice

Si al Partido de la Liberación Dominicana, PLD, le quedaba alguna duda sobre los designios del gobierno y su Partido Revolucionario Moderno de cara a las elecciones de 2024, ésta acaba de ser despejada. En un contexto de reelección presidencial el primer ejecutivo de la nación está utilizando el concepto foucaultiano de que el poder es para ejercerlo, y lo está ejerciendo con tanto ímpetu que está enseñando el refajo, pero llevando el mensaje de que está dispuesto a lo que sea con tal de retener el poder.

El gobierno podrá justificar como le dé las ganas las motivaciones presumiblemente jurídicas de la llamada Operación Calamar, pero, de lo que no caben las dudas es del manejo político-electoral y de la naturaleza cirquera de ésta y de la que el gobierno se está sirviendo a sus anchas, aunque debiera esperar a que el tiempo deje en claro si reportará los beneficios que de ella espera.

Manejo político-electoral porque esperó este momento, a la puerta de la campaña electoral, para sacar y ejecutar un expediente preparado desde mucho tiempo con evidente impacto político para el opositor Partido de la Liberación Dominicana que resurge como alternativa de poder ante las insatisfacciones del pueblo con la actual administración gubernamental, y de naturaleza cirquera porque le sirve al gobierno para entretener al pueblo entre el morbo y la frivolidad.

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La Operación Calamar ha servido para sacar al PLD del letargo que aparentemente le impedía reaccionar ante las embestidas del gobierno y ha decidido actuar como un partido que asume que no hay mejor defensa que el contraataque y que la dejadez complaciente no es la mejor respuesta cuando se está bajo el fuego del enemigo.

El PLD ha lanzado a su militancia a las calles a protestas pacíficas como respuesta ante el ataque despiadado a su ex candidato presidencial y a dos ex ministros, brindándoles apoyo moral y político, pero, a la par de esta movilización tiene que trabajar en otras tareas pendientes, tales como el de la concertación interna y el de las alianzas electorales que le aseguren la victoria electoral en el 2024.

El panorama electoral en estos momentos está configurado por tres fuerzas políticas, el oficialista Partido Revolucionario Moderno, y los partidos opositores de la Liberación Dominicana y Fuerza del Pueblo, y aunque las encuestas visualizan un aumento progresivo de la simpatía del electorado en ambos partidos, la verdad es que se requiere de la conformación de un frente opositor como alternativa viable para sustituir a las actuales autoridades gubernamentales en 2024.

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El PLD, partido que hasta hace poco nutrió de adherentes a otras fuerzas políticas, tiene la perentoria necesidad de atender a situaciones internas que en algunas demarcaciones territoriales están menguando su capacidad de concentración, movilización y de trabajo partidario que de una manera u otra se ha de reflejar en las simpatías del electorado hacia esta organización política.

La concertación interna en el PLD, como camino para su fortalecimiento, es un imperativo, porque a un PRM que está usando y abusando del ejercicio del poder no se le puede enfrentar, con posibilidades de éxitos, con blandenguería e indecisiones y con un cisma que disminuye la potencialidad que antes tuvo y que amenaza con hacer sucumbir las legítimas aspiraciones del pueblo dominicano de retornar al PLD al poder.

No existe otro camino para el PLD, y para los demás partidos de la oposición, que no sea el de las alianzas en primera vuelta, pero, no unas alianzas mecánicas, impuestas sin legitimación, sino socializadas y potabilizadas en las bases partidarias para que éstas las asuman y trabajen en ellas.

El autor es profesor universitario y reside en Barahona

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