JUAN T H
El golpe de Estado que rompió el orden institucional en Bolivia en contra del presidente legítimamente constituido de Evo Morales, “indígena, cocalero, amante de su pueblo”, que enfrentó al imperialismo y a los xenófobos de las élites económicas y políticas tradicionales, fue planificado con bastante tiempo.
El derrocamiento del presidente Morales no fue consecuencia del “fraude electoral”, esa no fue la causa. ¡No! no hubo tal fraude; en todo caso, sabiendo que el triunfo era inevitable, que el pueblo volvería a votar por el mandatario por cuarta vez, lo diseñaron y lo pusieron en práctica para desacreditar al proceso comisión fueron sus poderosos enemigos. La CIA y sus agencias hacen eso, y más. ¡Lo inimaginable!
No se puede creer en todo cuanto dicen las grandes agencias monopolistas de prensa, ni las cadenas de televisión controladas desde Estados Unidos, ni las redes sociales, igualmente manipuladas y falsas. Todo cuando “informan” es dirigido para crear imágenes, percepciones que contribuyan al descredito de un país o de un líder político al que acusan de corrupto y mil diabluras más.
Bolivia es un país inmensamente rico en gas natural, petróleo y otros recursos renovables y no renovables. Desde la llegada de los asesinos conquistadores europeos hasta, la llegada de Evo al poder, esas riquezas han sido saqueadas por una élite político-militar que mantuvo al pueblo sumido en la pobreza material y espiritual, con el 63% en extrema y un altísimo nivel de analfabetismo que fue enfrentado y resuelto en apenas 17 meses, reconocido por las Naciones Unidas.
Bolivia era, antes de Evo, uno de los países más endeudados del Suramérica, pese a ser uno de los pueblos más ricos de la región. La burguesía y los grupos élites que los acompañan en la trama golpista junto con Estados Unidos y sus agencias de espionajes, difamación, injuria y asesinatos, solo acumulaban fortunas.
El pueblo indígena de Bolivia, que salió mayoritariamente de la indigencia y la pobreza, que hoy forma parte de la clase media, que hoy sabe leer y escribir, que hoy tiene acceso a la educación universitaria, que hoy ocupa un importante espacio en la sociedad, que hoy se alimenta dignamente, no puede dejarse arrebatar las conquistas alcanzadas en apenas 14 años. Tiene que oponerse al golpe de Estado, tienen que reclamar el retorno de Evo y con él el respeto a la Constitución y sus leyes. El pueblo boliviano salva al pueblo. Evo debe volver como presidente legítimo.
El golpe de Estado no puede triunfar, no puede mantenerse, pues significa violación de los derechos fundamentales de los ciudadanos, principalmente de los indígenas que forman la mayoría. Dejarlo en el exilio, respaldar el golpe, sería un acto cobarde que la historia no perdonaría.
Los organismos internacionales no pueden hacerse de la vista gorda como en otras ocasiones, ni los países democráticos, ni los ciudadanos conscientes del mundo. Todos unidos debemos decirle ¡no al golpe de Estado! ¡Retorno a la constitución! En la República Dominicana el golpe contra Bosch –recordemos- terminó en una guerra civil. En Bolivia puede pasar lo mismo.
El golde de Estado ha quedado develado. Cada día se obtienen más informaciones del plan para sacar del poder a Evo y quitarse ese “clavito” del zapato, como lo sigue siendo Cuba, Nicaragua y Venezuela. Pero América Latina arde por primera vez en muchos años. La gente comienza a reclamar sus derechos, como en Chile, Ecuador, Brasil, Puerto Rico, incluso Haití. El golpe de Estado boliviano solo traerá destrucción y miseria al pueblo. Oponerse es un acto de solidaridad. ¡No al golpe de Estado!