Por Luis González Fabra
La función de juez nunca ha sido de mi agrado. Admiro a quienes han escogido esa difícil carrera.
No pretendo pues juzgar a Lula Da Silva, para eso está los tribunales y los jueces de su país.
No sé si es culpable o inocente de los delitos que le imputan. Pero tampoco sé si es verdad que fue tan buen presidente como un sector de la prensa local, no la brasileña, dice.
Se le atribuye haber sacado de la pobreza a 30 millones brasileiros. Lo dudo. Lula hizo algo parecido a lo que aquí hace Danilo Medina. Infla la economía con préstamos que utiliza para engordar el clientelismo mediante subsidios. Así “salen de la pobreza” miles de familias. Terminó el subsidio y otra vez son pobres.
Pero independientemente de que la sacada de los 30 millones de la pobreza sea cierta o no, Lula hizo muchas cosas importantes, entre ellas el establecimiento durante su mandato de más de cien universidades públicas. Y ciertamente mejoro la condición de vida de muchos de sus conciudadanos través de más eficientes servicios de salud.
Ahora bien, la justicia de su país no lo está juzgando por lo bueno que hizo sino por las prácticas corruptas en que se alega incurrió.
El ex presidente Lula tiene varios expedientes en curso en los tribunales de su país, algunos en proceso de investigación y otros en fase de fallo. Esta condenado a doce años de cárcel por haber aceptado un apartamento en la playa de parte de una compañía constructora. El niega que ese apartamento sea suyo.
Todos sabemos que Lula estuvo envuelto en el caso de Petrobras, la petrolera estatal del gobierno de ese país que desarrollo una trama de corrupción que llevo a la cárcel a personajes de primera línea en importancia en la política de Brasil, incluyendo dirigentes de alto nivel del partido del ex presidente.
Se le acusa de ser parte importante de Lava Jato,(lavado). La acusación surge de la más grande investigación de corrupción nunca antes conducida en Brasil, iniciada en el 2014 bajo la dirección del juez Sergio Moro, ha impulsado más de 800 procedimientos de allanamientos e interrogatorios que han conducido al apresamiento de 198 imputados y se han hecho 57 cargos criminales contra 250 personas. Hasta el año pasado los investigadores habían recuperado diez millones de dólares.
La investigación la llevan más de treinta fiscales y participan más de cuatro mil oficiales de la policía federal.
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Todo este escándalo comenzó como una simple investigación en Curitiba, donde al parecer unos funcionarios estatales habían recibido soborno para otorgar contratos. Los hilos de la investigación llevaron a la Orderbreth como la empresa sobornadora a cargo de un espantoso entramado de corrupción que sobrepasó las fronteras de Brasil y ha arropado a doce países latinoamericanos, incluyendo el nuestro.
Tan pronto la Orderbreth habló se expandieron las redes investigativas y cayeron congresistas y funcionarios del gobierno y altos dirigentes del Partido de los Trabajadores, de Lula. Apresaron a Delubio Soarez, tesorero del Partido, el Presidente de la Cámara de Diputados Eduardo Cunha y al ex gobernador de Rio de Janeiro Sergio Cabral, todavía preso acusado de lavado de dinero.
Hay 23 figuras de la vida política y económica de Brasil presos y 24 en arresto domiciliario.
Al producirse estos arrestos, Lula demando al Juez Moro por abuso de poder, sin éxito. La demanda fue rechazada.
El Escándalo de corrupción se llevó por delante a Petrobras, la más exitosa empresa pública de Brasil. Se descubrió que directores de la empresa habían recibido millones de dólares para asignar obras y otorgar contratos relacionados con compras de la empresa.
Lula exporto hacia nuestro país a Joao Santana, un publicista y asesor de estrategia que le sirvió a él para llegar al poder. Junto a su esposa Mónica Moura, estaba considerado entre los 60 hombres más poderosos de Brasil. Está preso por la operación Arcaraje, que no es más que un episodio de soborno y mal uso de recursos públicos dentro del gran plan de corrupción que fue LavaJato.
Santana tenía su asiento en una oficina que le monto el Presidente de la Republica en el Palacio Nacional. De allí salió para la cárcel. Danilo no sabía nada.
Es de saber común que el dinero utilizado para comprar la voluntad de los legisladores que hicieron posible la modificación de la Constitución para permitir la reelección, vinieron de Brasil, diligenciados por Lula y Joao Santana.
Lula visito al Presidente Medina en su despacho en un viaje que realizo después de dejar la presidencia y entro a la oficina presidencia acompañado del Presidente de Oderbretch. Unos días después se otorgó la licitación de Punta Catalina a la empresa de Brasil, a pesar de que en la licitación otra empresa hizo una propuesta de menor costo.
No resto méritos políticos al ex Presidente Lula, pero pienso que como otros líderes de nuestra América Latina, se dejó seducir por la ambición y cayó en prácticas corruptas haciéndole coro a empresas privadas cuyo principal objetivo es el lucro, no el bien social.