Muchos son los que aspiran a la presidencia de la República dentro del Partido Revolucionario Moderno (PRM), lo cual es lógico en un país democrático y en una organización plural como la que nos gobierna. Es lógico. Sin embargo, es muy temprano para tratar a profundidad el tema, pues Luís Abinader apenas cumplirá un año como inquilino del Palacio Nacional. Las encuestas lo mantienen como el político mejor valorado, tanto dentro como fuera del país. Es más, ha vuelto a repuntar en la aceptación de la gente después de flexibilizar las medidas por el alto nivel de vacunación de la población. La población estaba harta del confinamiento. No más toque de queda, gritaba a todo pulmón la gente. El presidente Abinader manejo acertadamente el tema del covid-19 buscando los recursos a pesar de la crisis económica. La mayoría de los dominicano y dominicanas están inoculados, la economía se recupera, al igual que los empleos. En pocas palabras, el país va airoso hacia la normalización. Cada día tenemos menos contagios y menos fallecidos. Baja el contagio y la letalidad, y en esa misma medida crece la economía y se recuperan los trabajos. El éxito es innegable, lo cual se traduce en aceptación popular. Hoy nadie, dentro o fuera del PRM, nadie le ganaría al presidente Abinader una contienda. Pero es hoy, mañana no lo sé. De hecho, nadie lo sabe. Lo que si sé es que el PRM no puede cometer los errores que cometió el PRD las veces que estuvo en el poder, que las luchas internas los desgarraron y los hizo saltar del gobierno. Hay que mantener la unidad orgánica y política. Los “presidenciales” del PRM, ocupen cargos o no en la administración pública, por legítimas que sean sus aspiraciones, tienen que trabajar para que el gobierno sea cada vez mejor y que el presidente esté cada vez mejor valorado por los ciudadanos. Apostar y trabajar para el fracaso no es buena idea. Hay dirigentes del PRM -y hasta funcionarios- deseando que Abinader termine mal. Consideran que un eventual fracaso de Luís los beneficia. ¡Están equivocados! El éxito de Luís es el éxito de todos, su fracaso, por igual, los envuelve a todos. El tiempo es el mejor aliado de los políticos, sobre todo de los jóvenes. La desesperación no siempre es buena consejera. Hipólito Mejía, por ejemplo, aceptó ser sacado de la boleta como candidato vicepresidencial junto a Peña Gómez. Supo esperar. Tiempo después no solo fue candidato, sino que ganó las elecciones y se convirtió en presidente de la República. Balaguer también fue prudente. Luís Abinader trabajó pacientemente. Fue compañero de boleta de Hipólito. Gracias a su preparación, inteligencia y trabajo pausado, sin desesperación, se convirtió en mandatario. Los “presidenciales” actuales deben aprender la lección. Esperar. Convertir el tiempo, no en un enemigo, sino en un amigo.
Como van las cosas Luís Abinader será, dentro de tres años, el mejor candidato del PRM. A menos que ocurra lo inesperado o impensable, la repostulación será un hecho. Luís gobernará otro periodo como lo prevé la Constitución de la República, dándole al país estabilidad social, política y económica.
Lo inteligente, lo práctico, lo político es, pues, continuar apoyando al presidente Luís Abinader. No olviden que siempre será mejor arriba con presión que abajo con depresión, como estuvo el PRD y como está ahora el PLD.
Por JUAN T H