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Felipe Ciprián
Santo Domingo, RD
El pasado día 10 el Comité Central del Partido de la Liberación Dominicana (PLD) aprobó por aclamación a los 11 postulantes presidenciales para competir por la candidatura en las primarias del 6 de octubre próximo y ya dije que ese fue un recurso lógico para que Leonel Fernández no quedara fuera de la tómbola para poder quemarlo y excluirlo como candidato de cualquier otro partido.

Cualquier caminante por las calles de la Capital y por las callejuelas de Ojeda, en Paraíso, Barahona, sabe que la lucha por la candidatura presidencial del PLD será finalmente entre Leonel y Gonzalo Castillo.

Altice

Será una especie de combate entre un expresidente con tres períodos agotados y aspirante a completar cinco -en esta etapa- y un mucho más joven empresario y dirigente político peledeísta proveniente originalmente del sector de Jaime David Fernández Mirabal, y luego danilista, que se proyecta como la “sangre nueva” a la que invocó el presidente Medina en su discurso del pasado 22 de julio cuando desistió de buscar la reelección.

La pregunta que me harían lectores ávidos es ¿cuál de los dos va a ganar?

Naturalmente, no puedo saberlo, pero mi trabajo periodístico implica jugarme la faja y exponer escenarios en los que uno y otro tendrán que tensar fuerzas para imponerse y derrotar a sus adversarios.

Escenario peligroso
Una victoria en las primarias del 6 de octubre para Leonel es poco probable porque tiene de frente adversidades demasiado grandes como para vencerlas con la suerte que le ha acompañado durante tanto tiempo.

Leonel es un capitán que sabe batallar en escenarios de guerra que se caracterizan por un conocimiento puntual del resultado seguro a su favor.

No lo creo un soldado de vencer lo mucho con lo poco y mucho menos de ir a una confrontación en la que se expone a una derrota.

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Ahora Leonel está ante un serio peligro de derrota y en su Estado Mayor no se ve un solo capitán con luces para hacer maniobras capaces de resistir la ofensiva que viene sobre él y lanzar la contraofensiva victoriosa.

La de ahora no es una lucha entre el maquillaje del rostro y la elocuencia de la palabra. ¡No!

Hoy la batalla es entre la supremacía del danilismo para sepultar al leonelismo definitivamente, o la del leonelismo para recuperar poder y aliento para para colocarse a la ofensiva y ultrajar al danilismo y a sus más destacados exponentes.

Es con Gonzalo
Tengo pocas dudas de que el danilismo le va a oponer a Leonel al joven Gonzalo para que lo aplaste en las primarias.

Los demás precandidatos del danilismo, digan lo que digan hoy, van a arriar sus banderas y cerrarán filas con Gonzalo para cerrar “el camino malo” que esta vez no es otro que el que transita Leonel.

Del 10 de septiembre en adelante, veremos al danilismo en toda la extensión de la palabra: Gobierno con todas sus agencias, mayoría del PLD, ascendiente particular de Danilo, la efervescencia de Gonzalo, el desespero de los “Sicarios del Honor” de Leonel, la movilización de los candidatos a posiciones municipales en supremacíaÖ

La de Leonel seguirá siendo una labor de remo mar adentro con el viento en contra. La de Gonzalo, lo contrario.

Es cuestión de momento histórico y no de discursos y poses ante el espejo de la ignorancia paladina de este país.

Enmudeció por 21 días
Entre el 22 de julio y el 11 de agosto -21 días- Leonel enmudeció porque Danilo habló al país para desistir de buscar la reforma constitucional para la reelección y denunciar el acoso leonelista a su persona y a su gobierno. El 10 de agosto el Comité Central del PLD acogió -a propuesta de Danilo- a todos los precandidatos.

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Cuando los leonelistas vieron que Danilo no aceptó cerrarle el paso a su líder en el Comité Central, gritaron victoria y Leonel recuperó el habla.

Solo seis días después -y como yo advertí el pasado viernes- el danilismo le asestó el primer golpe de revancha después de las “marchas constitucionalistas” al tirar al agua el acuerdo de alternar la presidencia de la Cámara de Diputados, que ahora correspondía al leonelista Demóstenes Martínez, pero que siguió en manos del danilista Radhamés Camacho.

Dije ya que a Leonel, que probablemente no obtendría los votos del Comité Central del PLD para ser precandidato, lo pasaron para quemarlo el 6 de octubre e impedirle que pueda ser candidato de cualquier otro partido.

Quienes no olviden esto deben suponer que en la próxima confrontación la humillación a Leonel es la meta del danilismo.

Si Leonel no lo supone, yo se lo advierto para que cuando el diablo le salga, tenga todos los bautismos y confesiones de pecados.

¡Profesor, están cortando la leña para preparar su hoguera y si no está dispuesto a pasar por esa prueba, haga sus maletas!

En la lucha entre Leonel y Gonzalo, el escenario es terrible -antes y durante las primarias – y no necesariamente los allegados de ambos puedan entenderlo hoy y no tengo aval para convencerlos, porque contra lo que escribo, ellos siempre me echan sus peligrosos sabuesos.

Cuando está a la vista de todos que el danilismo no quiere dejar pasar a Leonel, la gran pregunta ahora es ¿qué puede hacer el leonelismo para pasar por encima de esa muralla?

¡Cuando pase la tempestad, contaremos las estrellas!  Análisis.

Articulo publicado originalmente en el Listin Diario.

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