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Tony Espinal

Altice

La sequía cíclica ha sido acompañante precedentemente a la aparición de   nuestro país tropical. Nos hemos acostumbrado a esta situación periódica sin prever hasta donde podría la prolongación de varios años de sequía conducirnos a una tensión hídrica.

Antes de continuar el comentario sería bueno precisar los conceptos de sequía y tensión hídrica. La sequía según los intelectuales y especialistas Carmen González Toro y Héctor López Méndez: “ocurre cuando el agua disponible está por debajo de los parámetros habituales de una determinada región geográfica. Por lo que, el agua disponible no resulta ser suficiente para satisfacer las necesidades de los seres humanos, los animales y las plantas”.

Por su parte, Pacoredondo y muchos más conceptualizan que   la tensión hídrica sucede en momentos en que: “Un país experimenta tensión hídrica cuando el suministro anual de agua desciende a menos de 1,700 metros cúbicos por persona. Cuando desciende a niveles de 1,700 a 1,000 metros cúbicos por persona, pueden preverse situaciones limitadas de agua y cuando los suministros anuales de agua bajan a menos de 1,000 metros cúbicos por persona, el país enfrenta escasez de agua; situación que amenaza la producción de alimentos, obstaculiza el desarrollo económico y daña a los ecosistemas”.

Después de establecer con claridad semántica el vocablo sequía podemos afirmar que en nuestro país la demanda de agua excede a la oferta, lo que los técnicos puntualizan que el agua está sometida a una presión cuantitativa.  Pero esa desproporción no es posible superarla en nuestro territorio, debido a la dependencia de un 100 % de las aguas superficiales que esporádica y condicionalmente nos provee la naturaleza.

En ese orden, solo tenemos como recursos naturales limitados, renovables y disponibles las fuentes de aguas superficiales, básicamente, los ríos y una reducida cantidad de arroyos. Y todos disponen de agua cuando caen lluvias intensas donde nacen los mismos. Es decir, cuando no hay precipitaciones disminuye, automáticamente, la entrada de agua a los embalses.

Reitero, en la geografía nacional los niveles de tensión cuantitativa son evidentes. No hay agua para todos, el balance hídrico es inquietante. La población se desenvuelve en una constante crisis de agua. En los últimos años la sequía se ha prolongado cada vez más lo que nos pone en peligro de caer estrepitosamente en el carril del estrés hídrico.

A lo previamente dicho se adhiere el uso inadecuado e incorrecto de la poca agua que recibimos de la naturaleza. Ese componente negativo lo constituye fundamentalmente el desperdicio en exceso, los acuíferos reciben regularmente contaminación química peligrosa, descarga de pozos sépticos y andanadas sanitarias e industriales, aguas residuales, lanzadas a los ríos y arroyos sin sanear ni depurar.

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Incluso, y por considerarlo de interés retomo una parte de investigaciones publicadas por los profesores antes señalados, la cual concluyó que en: “Estudios recientes han revelado que aproximadamente un 60% de los servicios que nos proveen los ecosistemas que mantienen la vida sobre el planeta, tales como agua fresca, la pesca, el aire, los bosques y los suelos; están siendo degradadas o usadas de forma no sustentable. Los científicos dan la alerta sobre las peligrosas consecuencias de esta degradación que puede empeorar significativamente en los próximos 50 años”.

Así es que se deben tomar medidas para proteger las cuencas de los ríos y las fuentes de agua. Es bien sabido que las cuencas hídricas son las columnas de la vida. De ahí que se deben tratar con supremo cuidado y esmero.

Lo expresado anteriormente ha sido una preocupación permanente de CORAASAN. Igualmente, la Corporación mantiene la vanguardia en la orientación y educación de los usuarios para que obtengan la conciencia de la importancia del agua y de esa manera hagan correcto manejo de la exigua y poca agua disponible.

En su acostumbrada campaña expresa que: “Siempre es necesario que los ciudadanos comprendan que estamos viviendo una etapa de sequía y que esa situación limita el suministro y abastecimiento de agua que siempre aspiramos les llegue en abundancia a los consumidores. Pero ese contexto adverso nos obliga a mantener los programas de racionalización para que a todos les llegue agua y puedan satisfacer sus necesidades principales”.

Además, se observa los esfuerzos que hace la empresa antes citada para evitar pérdidas por filtraciones, roturas, desbordes y escape en los sistemas de distribución. Lo que acabo de describir tiene como objetivo garantizar que el agua llegue a más seres humanos.

Esas medidas administrativas son imprescindibles, puesto que el crecimiento demográfico se origina a la velocidad del rayo, la densidad de la población es enorme. Surgen urbanizaciones, barrios, torres, negocios y empresas como verdolaga. Por tanto, esta situación hace que la demanda de agua sea perpetuamente mayor que la oferta.

Todavía más, el agua es uno de los recursos que se verá negativamente afectado con los cambios que se prevén en el clima. Más bien digo, que cuasi tenemos el cambio climático gravitando en el universo.

Por consiguiente, esa variación del clima que es el producto negativo del dióxido de carbono, CO2, procedente de la quema de combustibles fósiles que hará daño a la humanidad, porque implicaría escasez de agua, mayor grado de sequía y altas temperaturas irresistibles.

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La situación es aún más preocupante porque, la República Dominicana depende en un 100 % de aguas superficiales. Contrario a otros países que captan agua dulce de ríos, de lagos y también agua subterránea.  En el caso de Quisqueya el agua subterránea está contaminada, específicamente en la capital del país.

A propósito, y a modo de ejemplo, uno de los países que compensan una parte de las demandas de agua con la captada de subterráneo es Puerto Rico. No ocurre lo mismo en nuestro país cuya desventaja acuífera es considerable, está a la zaga en relación a los borinqueños que satisfacen en un 100% la demanda de agua de todos los sectores. Pues, captan 606 millones de galones de aguas superficiales por día para un 83.7 % y 118 millones de galones de agua subterráneas por día para un 16.3 %.

En la vecina isla, el agua es abundante hasta el extremo que las fuentes superficiales y subterráneas tienen capacidades para suministrar y abastecer la demanda futura de agua de todos los sectores. Osea, con una proyección al 2030.

Se estima que se debe imitar a Puerto Rico en el sentido de prever y pronosticar la demanda futura de agua. De no ser así estamos dejando el ecosistema a su propia suerte. Y esto sería de mucho pesar para el devenir.

También se recuerda que un considerando de la ley de agua nuestra sintetiza lo siguiente:” Que el uso óptimo, racional y sustentable del agua requiere prever la demanda y la disponibilidad futuras, a fin de elaborar los planes de desarrollo y aprovechamiento pertinentes, en el marco de un Plan Hidrológico Nacional, lo que exige la creación de un contexto institucional capaz de responder con dinamismo y efectividad, a las necesidades de una sociedad y naturaleza cambiantes”.

A fin de cuentas y visto los hechos, en lo concerniente al cambio climático, la pertinaz sequía y la demanda de agua incesante nos encausan y encaminan irreversiblemente al estrés hídrico que nadie quisiera ser testigo ocular de ese panorama tétrico y desastroso para el ecosistema. Quienes poseen en sus manos las políticas hídricas del Estado tienen la palabra. Ahora, me pregunto ¿Qué esperamos para actuar en consecuencia? ¿Qué se prolongue la sequía cíclica y exponga al país en una peligrosa tensión hídrica?

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