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Ramón Estrella

Altice

Una política de salud integral, moderna, aplicada a la realidad concreta de la República Dominicana actual debe incluir como eje prioritario la drogadicción como una enfermedad que daña física, mental e intelectual la sociedad.

Según el informe de consumo de drogas para las Américas (2019), la República Dominicana tiene alrededor del 8% de su población adicta al consumo de drogas, lo que aumenta en función del consumo ocasional de estupefacientes, en rangos etarios más jóvenes.

Reclamar centros de des-intoxicación y rehabilitación gratuitos y masivos es una reivindicación del presente, que debe ponerse en primer plano de la lucha juvenil que quiere un cambio en el presente.

Estas demandas son parte de los nuevos paradigmas de vida de la juventud, es necesario tratar la Drogadicción como un problema de salud, igual que el VIH, que el cancel o cualquier otra enfermedad.

Su tratamiento debe ser integrar, no basta verlo de manera exclusiva como un asunto de salud, tiene otras dimensiones y hay que tratarlas de manera transversal cada una de ellas, sin quitarle la responsabilidad al Estado, de su generación y propagación.

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Unos de esos ejes transversales es la terapia emocional para hacerle entender que son parte de habitad que lo quiere y los aprecias, otro debe ser el ocupacional, se le debe proveer de empleos que signifiquen su vida y por último el más trascendente el educacional, sino formados sobre la implicación del daño se vuelve a repetir la experiencia.

En Gentío queremos que nuestra juventud se abrace a nuevas reivindicaciones, que le identidad, que tengan conexión con la población de hoy y solucionen problemas que desmarca la familia y la sociedad.

No podemos dejar la población adicta al cuidado de sus padres, muchas veces enrolados en las mismas actividades, las políticas públicas deben estar dirigida a contrarrestar el consumo y sobretodo el tráfico que desde el imperio norteamericano nos usa como puente y que en su política de disuasión de las ideas de cambió y transformación ha provocado la situación actual, pero no podemos quedarnos solo observando la descomposición social actual.

Han resultados ineficaces los programas asumidos por el estado al través de los ayuntamientos, ministerio de deporte, cultura y otros de pensar que construir una cancha en un barrio se está luchando contra el consumo cuando las canchas deportivas hoy por José son lugares utilizados para la distribución, venta y consumo. Cuando nuestros artistas barriales promueven el consume, cuando nuestros grandes deportistas promueven su difusión, es necesario diseñar y reclamar políticas públicas que permitan enfrentar el problema de la drogadicción con algún grado de madurez, aceptando que la sociedad ya está muy contaminada

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No sólo es lo que mueren por intoxicación, según Salud Pública, 23 de cada 100 mil: están los accidentes de tránsito, los barrios se desangran por control de territorios y usan para su expansión a lo a consumidores los que le sirven de peón a los narcotraficantes como activo de las empresas delincuenciales. Están los tira-esponjas en semáforos, los pedigüeños en las esquinas y nuestras y el esoterismo como exponente principal del robo, los cristales, los cables de teléfonos, etc.

El movimiento revolucionario debe asumir un debate sobre el tema. Estamos dispuestos a asumirlo.

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