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VÍA CONTRARIA

Altice

Dimos el último adiós al cuerpo de Johnny Ventura para pasar  a la exaltación de su legado, de la memoria de un fenómeno cultural, artístico y sociológico que conquistó la inmortalidad, no sin antes romper el cerco de la pobreza extrema y la discriminación en una sociedad que, en su época, estaba más llena de prejuicios que ahora.

El Caballo Mayor impuso la aristocracia del talento, nunca lució resentido ni apocado. En cada canción, en cada entrevista, siempre  vislumbré a un artista ecuánime, positivo, vencedor, moderado, seleccionando con mucho cuidado las palabras para expresar el pensamiento.

Hay personas que, al provenir de la miseria y haber logrado cierto ascenso social, creen que el mundo tiene una deuda permanente con ellas y que merecen la solidaridad de todos en forma permanente. Andan con una mochila de odios y frustraciones que las acogota.

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No es el caso de Ventura, con un espíritu resuelto, un carácter recio y una seguridad tan imbatible en su persona que podía burlarse de sí mismo para convertir su negritud en un factor estético, pero también filosófico.

En algún momento habrá que estudiar las puertas que Johnny abrió con el impacto de su personalidad a gente discriminada en todas las esferas, en la televisión, en las empresas, los negocios, la academia y hasta en el liderazgo político.

A lo largo de más de 60 años en la música Johnny vio nacer, esfumarse, diluirse y reinventarse múltiples talentos que no hallaron la trascendencia. Hay quienes creen que el arte en todas sus manifestaciones es solamente inspiración y oportunidad y echan a un lado la disciplina, la persistencia, el enfoque.

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Ventura es grande porque supo gestionar su talento, lo administró, creando primero un sello distintivo que se hizo transgeneracional. Pero, además, no ejerció un arte contemplativo, soso, sin ideología ni propósito. Esa es la gran diferencia del Caballo Mayor.  Fue un hombre comprometido con la sociedad y eso dio valor a su arte. 

Es increíble cómo algunos nacen en cuna de oro y mueren en el muladar; otros vuelan desde la más terrible pobreza a la gloria. Qué alto es el valor de los intangibles.

Por Víctor Bautista

@ViktorBautista

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