Algunos cánceres tienen un origen conocido o factores de riesgo definidos, lo que permite emitir recomendaciones de prevención bien fundadas. Es el caso de la relación del cáncer de pulmón con el tabaquismo y el consejo preventivo irrefutable: no fumar. Sin embargo, en otros tumores no hay pruebas tan claras. El cáncer de próstata, según precisa Bernardino Miñana, coordinador del Área de Cáncer de Próstata del Cancer Center Clínica Universidad de Navarra, “es uno de los pocos tumores de los que no se desconoce la causa”. Por eso, tradicionalmente se ha considerado muy difícil establecer pautas de estilo de vida para prevenir el que constituye el cáncer más frecuente en hombres. Sin embargo, en los últimos años ha ido emergiendo una evidencia: la relación entre el cáncer de próstata y la alimentación.
Junto al sexo masculino, la edad avanzada se configura como el principal factor de riesgo del cáncer de próstata, al que se añaden los antecedentes familiares (parientes de primer grado) y poco más. A partir de ahí, el resto de los elementos predisponentes son más difusos. No obstante, puesto que en los países occidentales la incidencia es mayor, es lógico pensar en una posible implicación de ciertos estilos de vida, como la dieta.
Cáncer de próstata y patrones dietéticos
Una alta adherencia al patrón de dieta mediterránea podría reducir el riesgo de desarrollar cáncer de próstata agresivo. Esta es la principal conclusión de un estudio liderado por las epidemiólogas Adela Castelló y Beatriz Pérez-Gómez, del Centro Nacional de Epidemiología del Instituto de Salud Carlos III y el Centro de Investigación Biomédica en Red de Epidemiología y Salud Pública (Ciberesp), que se publicó en 2017 en la revista científica Journal of Urology.
En esta investigación, en la que participaron más de 700 pacientes con cáncer de próstata y unos 1.200 hombres sanos de siete provincias españolas, se exploró la relación entre el riesgo de tener un cáncer de próstata y tres patrones de dieta que caracterizan los hábitos alimentarios de la población española.
Por un lado, el patrón occidental, que engloba a aquellos individuos que consumen gran cantidad de productos lácteos grasos, granos refinados, carne procesada, bebidas calóricas, dulces, comida rápida y salsas.
El segundo, el patrón denominado prudente, es característico de hombres que consumen productos lácteos bajos en grasas, granos integrales, frutas, verduras y zumos (es decir, alimentos típicos en muchas dietas que suelen dejar de lado otras opciones recomendables en una dieta equilibrada, como las legumbres, el pescado o el aceite de oliva).
Por último, el patrón mediterráneo es el caracterizado por un elevado consumo de pescado, patatas hervidas, frutas, verduras, legumbres y aceite de oliva, así como un bajo consumo de zumos.
“El patrón mediterráneo es el que se relaciona menos con el cáncer de próstata avanzado”, según han explicado a CuídatePlus las investigadoras. Sin embargo, a tenor de los resultados de su análisis no está tan claro que el occidental y el prudente eleven el riesgo. De hecho, en este estudio no se halló ninguna relación entre estos patrones y el riesgo de cáncer de próstata.
Otros estudios sí que han encontrado un vínculo entre ciertos modelos de alimentación y este tipo de tumores. Un equipo de la Universidad de Granada ha publicado recientemente en la revista Cancers una investigación que evalúa la relación entre diferentes tipos de patrones dietéticos -uno basado en dieta mediterránea, otro occidental y uno intermedio poco saludable- con el cáncer de próstata. La conclusión es que el riesgo de desarrollar un cáncer de próstata es mayor en aquellos hombres que siguen una alimentación poco saludable.
¿Alimentos, suplementos o patrones dietéticos?
En distintos foros se habla mucho sobre la relación entre ciertos alimentos y el riesgo de cáncer de próstata pero, ¿cuáles son las evidencias sólidas que sustentan esas afirmaciones? Algunos organismos científicos internacionales se encargan de revisar todos los estudios publicados y extraen los resultados más relevantes. En Fondo Mundial para la Investigación del Cáncer llega a las siguientes conclusiones en su último informe sobre hábitos de vida relacionados con el cáncer de próstata:
Evidencias sólidas
- Tener sobrepeso u obesidad aumenta el riesgo de cáncer de próstata avanzado.
- Es poco probable que ingerir betacarotenos (a través de alimentos como el tomate, la zanahoria o el pimiento o mediante suplementos dietéticos) ejerza un efecto sustancial en el riesgo de cáncer de próstata.
Evidencias menos sólidas
- La evidencia de que un alto consumo de productos lácteos incrementa las probabilidades de cáncer de próstata es limitada.
- Tampoco son suficientemente sólidas las evidencias que señalan que las dietas ricas en calcio aumentan el riesgo.
- La evidencia sobre la relación entre bajos niveles de vitamina E (tocoferol) y riesgo de cáncer de próstata también es escasa.
- Son igualmente débiles las pruebas que vinculan las bajas concentraciones de selenio en sangre con el cáncer de próstata.
Por último, el informe descarta que se pueda establecer una asociación entre el consumo de suplementos tanto de licopeno como de selenio y una menor incidencia de estos procesos cancerígenos
Por lo tanto, todo parece indicar que la prevención del cáncer de próstata mediante la alimentación debe basarse en la recomendación de patrones dietéticos; sobre todo, el mediterráneo. “Es difícil a día de hoy aconsejar determinados alimentos o suplementos”, corrobora Miñana. Lo que sí recomienda firmemente el urólogo es “evitar las dietas con alto contenido en hidratos de carbono y grasas saturadas”.
Aunque aún queda mucho por investigar, todo apunta hacia un papel clave de los alimentos que promueven la inflamación en el aumento de las probabilidades de padecer esta enfermedad. “No sabemos por qué acontece más allá del componente genético, pero sí sabemos que podemos hacer algo para evitar que el cáncer de próstata sea más grave y con más probabilidad de recurrencia”, concluye el urólogo.