Bartolo García
Por décima sexta vez, República Dominicana elevó su voz ante el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas para alertar sobre la crítica situación en Haití. El canciller Roberto Álvarez advirtió que el país vecino atraviesa un colapso total, que amenaza la estabilidad regional y pone una presión insostenible sobre territorio dominicano.
Durante su intervención, Álvarez no solo describió el deterioro institucional de Haití, sino que denunció el uso de menores como instrumentos de guerra por parte de grupos armados. “La niñez haitiana ha sido convertida en blanco y herramienta de guerra”, afirmó con contundencia, refiriéndose a la situación como una tragedia humana sin precedentes.
El canciller se apoyó en cifras del reciente informe del secretario general de la ONU, António Guterres, para describir la magnitud de la crisis. Más del 80% de Puerto Príncipe está bajo control de bandas armadas, mientras que 1,600 escuelas permanecen cerradas y los hospitales apenas pueden operar.
Álvarez denunció que el sistema judicial haitiano está paralizado, se han reportado más de 360 casos de violencia de género en los primeros cinco meses del año y más de 1.6 millones de personas han sido desplazadas. A su juicio, todo esto configura “una emergencia humana que el mundo no puede seguir ignorando”.
“Ya no hay espacio para ambigüedades ni para el silencio. El tiempo se agotó. Esta es mi comparecencia número dieciséis y Haití sigue hundiéndose. Urge actuar con coherencia, urgencia y audacia”, expresó el funcionario, en uno de los discursos más firmes que ha pronunciado desde el inicio de la crisis.
El canciller dominicano advirtió que República Dominicana, al compartir una frontera de cerca de 400 kilómetros con Haití, es el país más afectado por esta situación. “La presión migratoria, económica y social sobre nuestra nación es insoportable”, indicó.
Álvarez también mencionó que el gobierno dominicano continúa ampliando la verja perimetral en la frontera, como medida de control ante el flujo constante de personas desplazadas por la violencia y el hambre.
Por su parte, el representante permanente de Grecia ante el Consejo de Seguridad, Evangelos C. Sekeris, se sumó a las preocupaciones, denunciando que entre el 30 % y el 40 % de los integrantes de las pandillas en Haití son niños. “Es horrendo. Urge poner fin al reclutamiento de menores”, señaló.
Mientras tanto, el embajador de Haití ante la ONU criticó el lento avance de la Misión Multinacional de Apoyo a la Seguridad (MSS), liderada por Kenia. Afirmó que la misión no ha recibido la ayuda prometida, lo que ha limitado su capacidad de actuación en el terreno.
“La situación requiere más que discursos. Se necesitan recursos, voluntad y presencia internacional para frenar la catástrofe humanitaria en curso”, expresó el diplomático haitiano, al señalar que su país necesita con urgencia hospitales, escuelas, centros penitenciarios y servicios básicos.
El canciller dominicano lamentó que, pese a las reiteradas alertas, la comunidad internacional siga actuando con lentitud. “Si el Consejo de Seguridad no responde a tiempo, será cómplice del fracaso colectivo”, afirmó.
República Dominicana reiteró su disposición a seguir colaborando en la búsqueda de soluciones, pero dejó claro que no puede seguir cargando sola con las consecuencias de la descomposición del Estado haitiano. “Haití necesita una intervención estructurada y acompañamiento internacional sólido, no simples promesas”, subrayó.
La sesión cerró con un llamado conjunto a reforzar la cooperación internacional, pero sin compromisos concretos de nuevos apoyos. Mientras tanto, la crisis humanitaria y de seguridad en Haití continúa desbordándose, y República Dominicana sigue haciendo sonar la alarma.
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