Vía Contraria
Víctor Bautista
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Es estremecedora la hecatombe del coronavirus, que en muchos casos ha bloqueado la continuidad de los negocios y en otros genera una depresión aguda: caída en las ventas, ingresos, producción, reducción de personal, postergación de inversiones, impagos y, en los extremos, cierre y despidos masivos.
Para las empresas que queden en pie, cuando el vendaval haya pasado o disminuido su velocidad, hay grandes retos relacionados con la introducción de cambios en los modelos comerciales, fabriles corporativos, la recuperación de mercado y el cambio cultural.
Creatividad, persistencia y flexibilidad serán factores necesarios para desarrollar ecosistemas focalizados en revivir la confianza y atraer de nuevo a los agentes económicos en nichos específicos como gastronomía, hotelería, transporte, industria de la diversión, el espectáculo, educación y otros caracterizados por un alto tráfico de personas.
En el supuesto de que el virus reduzca su capacidad de contagio en el tiempo, algunos cientistas temen un retorno con mutación o una cierta estacionalidad, debemos ir pensando en un cambio de hábitos como entes gregarios, no solo en las formas de las relaciones sociales, sino en cuanto a preferencias de bienes y servicios.
Lugares que faciliten la distancia social establecida como prevención, limpieza extrema, una oferta de bienes esterilizados, naturales, orgánicos y sin agregados artificiales, en el caso de los alimentos, pudieran ser la nueva obsesión, porque nadie querrá adquirir condiciones de salud prexistentes que lo hagan vulnerable ante una nueva pademia.
El teletrabajo ganará terreno, impulsado por las tecnologías emergentes, la economía digital hallará una zona fértil para el crecimiento, enraizando la cuarta revolución industrial. El ecoturismo pudiera ser una opción ganadora en la medida en que no sature y preserve los espacios, el aire y el ambiente limpios. La búsqueda de hábitos sanos pudiera resultar casi febril.
Las industrias intensivas en manos de obra tendrán que asumir costosos protocolos -probablemente impuestos a través de leyes, decretos o resoluciones- destinados a garantizar la preservación de la salud de la gente. Esto será mejor y menos lesivo que una interminable cuarentena.
Debido a los niveles de destrucción en la economía, en el mediano plazo vendrán las reformas, porque la recuperación no será espontánea y los estados necesitarán retomar su capacidad recaudatoria para financiar la paz social, la estabilidad política y el desarrollo.
Ninguno de los procesos enunciados estará libre de controversias, incomprensiones, riesgos, amenazas, presiones. La estrategia de comunicación será clave en todo: promover el cambio, mostrar fortaleza, defenderse, crear recordación positiva, aceptación, legitimidad, reconexión con públicos internos y externos bajo la sombrilla de la licencia social renovada. Quien lo ignore caerá en un laberinto al tratar de levantarse.