(Pensando en voz alta)
Por JUAN T H
Pensemos un momento sobre Haití, país con el que compartimos la isla. ¿Qué pasaría si los haitianos decidieran salir masivamente hacia nuestro territorio huyéndole a la inestabilidad política, la inseguridad y el hambre? ¿Bastaría con los diez mil soldados que nuestro ministro de Defensa, Carlos Luciano Díaz Morfa ha declarado que se encuentran protegiendo nuestra frontera y que los tiempos de militares mal entrenados, sin las armas necesarias ni los equipos indispensables para una labor encomiable es cosa del pasado? Lo he pensado muchas veces. Esa pregunta me da escalofríos. Me la hago constantemente.
Haití tiene poco más de 27 mil kilómetros cuadrados y mas de once millones de habitantes. Su territorio está devastado, sin árboles, sin ríos, sin estructuras comerciales ni empresariales que les garanticen sustento; el Estado es, como sabemos, fallido y jodido. Sin un sistema de salud, ni de educación. Haití es el país más pobre del continente y uno de los más pobres del mundo. Los dominicanos estamos muy lejos de Haití y de su realidad. Ni siquiera nos imaginamos lo que está pasando ese pueblo.
Una tesis te grado sustentada en le Universidad Nacional Pedro Henríquez Ureña por Christian N. Medina Sánchez y Susan de los Santos Miranda, asesorada por el ing. William Read, nos dice que “La frontera dominico-haitiana, considerada, según expertos, como la frontera interinsular más compleja de todo el mundo, pues se trata de una frontera social, política y económica que divide dos repúblicas considerablemente pobladas, posee una extensión de aproximadamente 391 kilómetros, de los cuales 172 kilómetros están compuestos por ríos y/o lagos, 219 kilómetros de terreno común, 313 pirámides, 6 puentes fronterizos, 40 kilómetros de carretera internacional , 4 pasos formales (Jimaní, Pedernales, Elías Piña, Dajabón) y 14 mercados binacionales, siendo los pasos de Elías Piña y Dajabón los de mayor inconveniente al momento de indagar acerca de los problemas presentes en esta frontera, debido al constante movimiento de personas que allí se produce, tanto dominicana como extranjera”. Como puede verse, cuidar, vigilar y proteger una frontera de esas peculiaridades es muy difícil, por no decir imposible.
La inestabilidad política de Haití es ancestral. Y para colmo de males, los fenómenos naturales han golpeado duramente su territorio. El terremoto del 2012 costó más de 200 mil muertos, 300 mil desaparecidos y alrededor de dos millones sin hogar. El dinero prometido por naciones y organismos internacionales nunca llegó. Se lo robaron. La República Dominicana fue en extremo solidaria en esa ocasión. Hoy día la situación del hermano pueblo es más difícil. La pobreza extrema afecta a millones de haitianos. Las “gangas” o bandas son incontrolables, han alcanzado un poder militar extraordinario. Las “gangas” están mejor armadas que la Policía y los militares de su país. (¿y que el nuestro?)
La República Dominicana definitivamente no puede cargar con Haití, como pretende Estados Unidos, Francia y otras potencias. Es imposible. No puede. Las Naciones Unidas miran para otro lado. Nadie quiere a los haitianos. Son muy pobres. Si fuera un país rico las potencias se lo disputaran. De todos modos hay que buscarle una salida que no puede ser la unificación de la isla. Una invasión pacifica o un éxodo sería catastrófico Una invasión militar, impensable. La salida debe ser pacifica, bien pensada y estructurada. Confieso que no sé cuál sería dada la situación actual. Muchos dicen que debemos “desarrollar la frontera con hospitales, zonas francas, industrias, etc.”. No bastaría. Pero además, ¿dónde están los recursos? ¿Quién los buscaría? ¿Estados Unidos? ¿Naciones Unidas? La situación es muy compleja. Vuelvo a preguntar: Ante un éxodo, incluso una invasión, ¿qué harían los dominicanos? ¿Instalar metralletas, fusiles, tanques de guerra, aviones bombarderos y otras armas para impedir que no pase nadie por una frontera tan complicada como ya vimos? Sería un genocidio que repudiaría el mundo, el mismo mundo que hoy no quiere ayudar a que el pueblo haitiano salga de la pobreza extrema que los mata. ¿Se imaginan dos o tres millones de haitianos desesperados tratando de cruzar la frontera? Los haitianos solo tienen, para huir, dos caminos: el mar y nuestro territorio. Urge buscarle una salida humanitaria al pueblo haitiano. Y la solución debe venir de los países desarrollados a través de las Naciones Unidas, no de la República Dominicana que en tal caso estaría dispuestas a colaborar de manera entusiasta y solidaria.
A pesar del sincretismo entre ambas naciones, dominicanos y haitianos solo están unidos por la isla, pero separados por el idioma, la religión y la cultura en sentido general, amén de brecha, cada vez mayor, que nos separa en términos de desarrollo.
Aunque no se produzca ninguna estampida, aunque los haitianos se queden apiñados en su pequeños e improductivo territorio pasando penurias, Haití es un problema para los haitianos y para los dominicanos que debe ser resuelto sin mayores dilaciones.