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Vía Contraria

Altice

Víctor Bautista

@viktorbautista

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Es axioma. Tenemos una democracia presidencialista. El mandatario pesa mucho en el aparato estatal y hacia afuera es el interlocutor directo que todos los grupos de poder -políticos, empresarios, activistas- prefieren tener a la hora de abordar diferendos. La promesa y la orden del presidente son de altísimo valor.

El liderazgo de las instituciones públicas se adapta al carácter del inquilino de la casa de gobierno y esto se observa en los niveles de planificación, el seguimiento, la toma de deciones, la velocidad de las acciones y hasta en la puntualidad.

Un presidente trabajador, focalizado en el detalle, la gerencia, la microgerencia y el esquema de desempeño por resultados, impregna con ese mismo espíritu, en cascada, a las entidades del Estado. Un gobernante displicente, haragán, desordenado, indisciplinado, sin métodos, acogido al día a día, empujará a las instituciones a comportarse de igual manera.

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Claro, también influye decisivamente el jefe inmediato de cada entidad y, en ocasiones, pudiera constituir un muro de contención a la línea de trabajo del presidente, como en el caso de un ministerio en donde ciertos núcleos cercanos al despacho se pasaban el tiempo navegando en Amazon.

En ese caso, el comportamiento estaba definido por el hecho de que el ministro no estaba en la misma página de la institución, tenía su propia agenda de negocios personales y le importaban un bledo las llamadas metas presidenciales, un mecanismo de gerencia que ha funcionado muy bien en el gobierno de Danilo Medina.

Estos son tiempos de pasiones, de miradas relativas, fanatismo, cerrazón y hasta de odio. Cualquier línea discursiva -verbal o escrita- es motivo para la etiqueta.

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Al margen de eso -y sobre la base de la razón- soy testigo de que en el gobierno de Medina se ha trabajado muy duro, la planificación, la ejecución, la evaluación y el seguimiento a las metas han sido una constante.

Pienso que muchas cosas han mejorado en la gestión pública en los últimos ocho años y que existen modelos de trabajo rescatables que -continuados- pueden dar buenos resultados a largo plazo para lograr un Estado más ágil, fluido y transparente.

En esto han jugado un rol de primera línea Danilo Medina y Gustavo Montalvo, quienes con todos sus defectos y virtudes, han trabajado con alto sentido de gerencia. Faltó mucho por hacer, se perdieron oportunidades, hubo tolerancia con gente ineficiente y corrupta, pero se aportó para transformar.

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