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Por Franklin Rosa

Altice

Es un amigo, adulto mayor, que ha vivido días difíciles en tiempo de pandemia bregando con un posible COVID-19 que no acaba de presentarse manteniéndolo en un terror permanente que ha trastocado su rutina cotidiana. Ahora le cuento.

A comienzo de marzo el sufrió una gripe muy ligera que le complico su problemas alérgicos y de sinusitis que fueron superados, pero su apetito fue mermando y la ingesta disminuyó bastante, al entrar la cuarentena se acentuó esta situación.

En plena cuarentena el 13 de mayo el amigo decide realizarse el chequeo médico anual y su médico le señala que de su última visita, en octubre  del año pasado,  ha perdido 30 libras, que su presión está controlada y que sus pulmones lo siente limpio y  con la analítica  le mandó a que se hiciera   una prueba PCR  y una tomografía del tórax  para despejar toda duda sobre el COVID-19.

En el mes de mayo todavía era muy difícil realizarse una prueba PCR y el amigo se presenta a la consulta médica con la analítica, la tomografía y una prueba rápida.

La analítica y la tomografía confirmaban que sus pulmones estaban limpios, normales y que no había asomo de ningún tipo de  pulmonía por COVID-19.

La  prueba rápida que se realizó dio positivo a los dos anticuerpos con niveles  de 3.5  IGG y 3.8  IGM estos resultados se presentan en el 7 – 8 días,  cuando el paciente se encuentra en estado crítico si es sintomático, el Paciente Ambulatorio no tenía ningún síntoma del COVID-19, y por lo tanto el médico no le dio importancia a esos resultados, podemos tipificar estos resultados como un falso positivo que es muy frecuente en las pruebas rápidas, pero el médico insistió a que se hiciera la prueba PCR.

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Cuando se realizó el PCR  a los 20 días  de la primera prueba rápida el resultado fue negativo,  pero quedó en el Paciente Ambulatorio la duda de que pudo haber tenido el COVID-19 por el tiempo transcurrido entre las dos pruebas y  él tomó la decisión de realizarse una segunda prueba rápida.

La segunda prueba rápida que le fue realizada al mes  de la prueba PCR dio positivo al anticuerpo IGM  y negativo al IGG, confirmando que se pudo haber  infectado recientemente pero que no ha  padecido la enfermedad COVID -19,  a ser negativo al IGG que es el anticuerpo que identifica que ha padecido la enfermedad.

Tratando de despejar si se había infectado se realizó la

tercera prueba rápida  a los 8 días de la segunda y dio un resultado igual a la segunda, positivo para el anticuerpo 1.7 IGM y  negativo para el IGG.

El único anticuerpo que ha estado presente en las tres pruebas rápidas ha sido el IGM  que es el indicador de una probable infección reciente por el COVID-19,   o la presencia de otra enfermedad viral  como la influenza  y él fue vacunado contra la influenza en el año 2016.

Los infectólogos  definen la dinámica de los anticuerpos contra el COVID-19  de la manera siguiente: a los cinco días de infectarte aparece en sangre el anticuerpo IGM que es el primero en atacar al virus y tiende a desaparecer a los 10 días y a   los 7-8 días aparece en sangre el anticuerpo IGG que es quien culmina el ataque al virus  hasta a los 12 a 14 días y perdura en el cuerpo por varios meses, su presencia es  un claro indicativo que se ha padecido la enfermedad.

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Lo que está claro de mi amigo, el Paciente Ambulatorio, son los siguientes indicios:

-Que ha perdido peso y no se ha determinado su causa.

-Que no ha padecido el COVID-19 por dos razones por un PCR negativo y porque en la segunda y tercera prueba rápida fue negativo al IGG.

-Que la presencia en las tres pruebas rápidas que se realizó del anticuerpo IGM indica que está sufriendo de algún tipo de enfermedad viral o bacterial desconocida.

-Que el Paciente Ambulatorio está súper protegido frente al COVID-19 al tener activado el anticuerpo IGM.

Mi amigo, el Paciente Ambulatorio, sigue con las dudas y sufriendo, como todo sospechoso de ser portador, del aislamiento familiar y de todas las vicisitudes de una cuarentena restrictiva.

Por último el amigo me contó que está preparado por si llega el COVID-19,  y que su botiquín personal está dotado de:

Ibuprofeno de 200 y 400 mg,  Acetaminofén, Ivermectina, Hidroxicloroquina, Dióxido de Cloro, Azitromicina, Aspirina, varios antigripales, nebulizador, te verde y manzanilla para el Interferón, el limón para la vitamina C y aceite de bacalao para la vitamina D,  y el Bicarbonato de Sodio para las gárgaras.

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