Por Miguel Ángel Cid Cid
Sorpresas, en las elecciones recién pasadas, las hubo y muchas. Pero la victoria pírrica del Dr. Leonel Fernández no fue una de ellas. Los lectores de esta columna, la cual es escrita desde un campo de Santiago, desde Don Pedro, lo saben.
Sin embargo, el Dr. Fernández, un hombre sabio, cegado por el vicio del poder, no leyó correctamente la coyuntura política actual. Proclamó a los cuatro vientos que alcanzaría el millón de votos.
Liderando una coalición de partidos compuesta por FP, BIS, PQDC, PUN, FNP y PRSC logró 300 mil, una cantidad de votos que no obligó a la ardientemente deseada segunda vuelta. El derrumbe ocasionado por la ola de cambio fue tan grande que hasta el discurso del fraude se llevó.
El único mérito que puede reclamar con orgullo el Dr. Fernández es su contribución visceral al desplazamiento del PLD del poder. También de crear un estado de confusión dentro de su antiguo partido que a unos los volvió tontos y a otros los dejó durmiendo. Y cuando despierten no se sabe aún qué va a pasar.
Se recuerda que el partido Fuerza del Pueblo es la organización que fundó el Dr. Leonel Fernández Reyna a raíz de su salida del PLD, en octubre 2019. El expresidente salió da’o al peca’o cuando se percató que los números de las primarias peledeísta no le alcanzaban para ser él el candidato. Lo mismo le pasó en las elecciones de julio pasado que, contrario a sus pronósticos, el León se quedó amargado en la gatera. En los intentos de quedar entre los partidos mayoritarios, al felino le valió de poco arañar y patalear más que un gato boca arriba.
Cuando parecía que ya tenían el 5% necesario, se les escurrieron los votos entre sus propios aliados. El griterío no se escucha, pero se perciben los resoplidos. Sobre todo que, no fue solamente los votos que se perdieron, sino también los más de RD$1,500 millones anuales que se dividen entre los partidos mayoritarios. Al ver una jicotea de ese tamaño esfumándose, cualquiera grita.
No obstante, las posibilidades futuras de la Fuerza del Pueblo dependen de una de dos probabilidades:
Primero, que al final del conteo, hecho los cruces de rigor entre los 4 niveles de elección, el promedio de FP supere el 5% de los votos válidos.
Segundo, sí les falla la primera opción, no le queda de otra, tienen que abocarse a sacar los chelitos ahorrados durante los 12 años que duró Leonel en el gobierno.
En cualquiera de los dos escenarios, sea mayoritario o minoritario, la Fuerza del Pueblo tiene el reto de construir la estructura del partido en todo el territorio nacional. Organizar un comité de pueblistas en cada municipio y distrito municipal no es tarea fácil.
El otro desafío de Fernández consiste en mantener de su lado a los partidos que fueron sus aliados en las elecciones pasadas.
Leonel tiene que dejar de soñar, creyendo que le llegará como maná del cielo, una legión de dirigentes morados descontentos. Será que el León no se ha preguntado sí ¿será posible abandonar un almacén repleto de mercancías, para irse a un ventorrillo que le cuesta conseguir un 5%?
Si Leonel está decidido a construir un partido que entre en la competencia electoral hacia el 2024, tiene que actuar en coherencia con cuatro exigencias básicas:
Primero, organizar la estructura del partido. Iniciar la constitución de los estamentos medios de dirección y definir los métodos de trabajo para lograr ascender como organización. También debe precisar cómo se crece internamente.
Segundo, construir una mística partidaria. Hay que tejer una narrativa político-ideológica que agregue sentido al imaginario colectivo de la militancia de la Fuerza del Pueblo.
Tercero, armar el cuerpo burocrático del partido. La burocracia del partido la constituyen los asalariados. Es decir, los dirigentes que administran la distribución e inversión de los diferentes recursos gestionados por la organización. Que nadie se haga el inocente, quienes trabajan en un partido a tiempo completo cobran salarios iguales o más jugosos que los que devengan los funcionarios públicos. Que sea así, es perfectamente legal.
Cuarto, formar el cuerpo de operadores políticos. Ningún partido se hace grande sin un equipo de operadores políticos que trabajan para el partido y por tanto también cobran su jornal. Los operadores políticos, activistas o cuadros, como se prefiera llamarlos, deben estar distribuidos en toda la extensión territorial del país. Les corresponde trabajar 24/7 en la construcción y sostenibilidad del partido. Son los que llevan la voz cantante de lo que suele llamarse, la maquinaria política.
La convocatoria del primer Congreso Profesor Juan Bosch, de la Fuerza del Pueblo, parece ser una buena señal de la voluntad de asumir los retos señalados. Es mi responsabilidad indicar que, la forma y la prontitud de cómo se anunció la convocatoria al congreso, parece una improvisación providencial. Por cierto, muy al estilo del gran líder Dr. Fernández Reyna.
Miguel Ángel Cid
Twitter: @miguelcid1