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Banco Popular

JUAN T H

Altice

Recuerdo cuando Hipólito Mejía ganó las elecciones en 2000 como los funcionarios del Palacio Nacional y de otras oficinas cargaban con todo cuanto podían llevarse: vehículos, obras de arte, discos duros de computadoras, armas de fuego, y todo el dinero que pudieron, durante los tres largos meses de transición. Tan grave fue la cosa que en agosto no había dinero para pagar la nómina. Hubo que tomar dinero prestado a distintas entidades privadas.

¡Se llevaron todo cuanto pudieron! ¡Arrasaron! No pasó igual cuando, cuatro años más, tarde, el PLD volvió al gobierno y encontró una economía deteriorada consecuencia de la crisis bancaria que le costó al país más del 20 de su PBI, llevando a la pobreza miles de personas.  La historia no se repitió, los funcionarios no robaron, hasta prueba en contrario. Vale resaltar  que a pesar del alto precio político que el presidente Mejía pagó por la quiebra bancaria, salvó el sistema financiero, tomando medidas valientes, cojonudas, que sanearon la banca nacional, como años más tarde le fue reconocido.

Lo que está pasando ahora no tiene precedente. Como ha dicho el ex gobernador del Banco Central, Guillermo Caram, Danilo Medina ha endeudado el país más que todos los presidentes desde 1844; del mismo modo ha encabezado el gobierno más corrupto, con su beneplácito y complacencia, pues hermanos, cuñados, yernos, tíos, primos (… ) y relacionados íntimos han sido denunciados  constantemente por la oposición, Participación Ciudadana y otras entidades de la sociedad civil, sin que nadie haya sido llamado por el Ministerio Público  para ser investigado. Al respecto  el presidente Medina no  ha dicho “esta boca es mía.” (“¿De qué corrupción me hablan? ¿Dónde está la corrupción?”, contestó cuando el departamento de estados de los EEUU lo denunció.

Lo que está ocurriendo en estos días de coronavirus, por el “estado de emergencia”, es algo que la población no se imagina. Los contratos grado a grado, licitaciones amañadas, órdenes de compra a compañías fantasmas, entre muchas otras anomalías, no tienen mamacita.

Estamos en medio de la pandemia que el gobierno intenta prolongar para ver si finalmente Gonzalo Castillo arranca y disminuye la enorme distancia que lo separa de Luís Abinader, mientras algunos intentan sacarle provecho económico, convencidos de que “se van” el 16 de agosto. No quiero generalizar, supongo que en el gobierno y en el PLD deben quedar algunos vestigios de ética, de moral y de civismo.

El virus es una excusa para promover al Penco que sigue estancado en todas las encuestas a pesar de tener el Estado con todos sus recursos disponibles; también  la crisis sirve, como señalé más arriba, para el robo, el desfalco, la prevaricación, confiando en que nada pasará cuando se produzca el cambio; piensan que el borrón y cuenta nueva ya es una tradición. Les advierto que esta vez no habrá perdón, ni olvido, que tendrán que darle explicaciones a éste país del origen de sus fortunas. Este pueblo tiene hambre de pan y sed de justicia. Lo que ha pasado y está pasando, no puede quedar impune. No podemos seguir condenando a un pobre porque se robó un pello para alimentarse y premiar al corrupto que se roba millones. Ese político ladrón es el responsable de la pobreza y la miseria del pueblo. ¡No más! ¡Ya está bueno! ¡El pueblo reclama justicia!

Más:  Relación Público-Privado: Claves para entender el Estado

Se están llevando el país aprovechando esta larga transición. Dejaran un cascaron. Luís  Abinader, que según todas las encuestas será el próximo presidente, que  ha demostrado ser un hombre trabajador y honesto, tendrá que devolverle al pueblo la confianza en los políticos. Y eso se logra actuando con transparencia. No basta con que el presidente Abinader no robe; no puede permitir que sus funcionarios, amigos y familiares lo hagan. El primero que lo intente tiene que terminar en el Palacio de Justicia donde habrá un Ministerio Pública independiente, serio, sin miedo, dispuesto a que la Constitución y las leyes se cumplan. No como ahora. En un gobierno de Abinader y el PRM no puede haber vacas sagradas. Tolerancia cero contra la corrupción. No más impunidad.

Le digo a los funcionarios, amigos y relacionados del gobierno: ¡Dejen algo, por favor,  no se lo lleven todo que el país y la vida continúan! ¡No sean abusadores!

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