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Banco Popular

Dos decisiones importantes tomadas en los últimos días enmarcan a Luis Abinader como un presiente que no juega con el poder, sino que lo ejerce con una visión de Estado.

Altice

La primera de las dos decisiones a las que hacemos referencia fue desistir de una reforma fiscal que se incluiría en el presupuesto del año próximo.

Esa reforma fiscal, de haberse dispuesto su ejecución hubiera traído intranquilidad a la población causando mucho pesar a imponer nuevas cargas impositivas sobre los hombros de la clase media, que es la que al final de cuentas termina pagando cada reforma fiscal que se ha hecho en los últimos años.

Abinader adquirió conciencia de que en medio de una pandemia que aún no termina y condiciones adversas en la economía mundial que han determinado el aumento en los precios de los combustibles y en los fletes marítimos, lo que se refleja en los precios de muchos productos de uso regular en la cotidianidad de los dominicanos.

Ahora bien, el Gobierno tiene necesidad de recursos adicionales para enfrentar los gastos ocasionados por la pandemia y la irresponsabilidad de muchos dominicanos que se niegan a recibir la vacuna.

Si el Presidente Abinader se decide por continuar aumentando la deuda a través de préstamos, lo aconsejable es que use e cerdito de os organismos multilaterales como son el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) el Banco Mundial  y otros similares partes del sistema internacional de financiamiento y ofrecen vario años de gracias y tasas muy bajas en relación con las tasas de los banco comerciales, además de que los plazos oscilan entre cinco y veinte años, en algunos casos hasta treinta años y más.

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El problema con estos organismos internacionales es que los fondos de que disponen no los entregan con la rapidez que demanda la situación de los países que los solicitan. Hay todo un proceso que podría tomarse dos años antes de que ocurra el primer desembolso.

Tampoco es aconsejable vender bonos soberanos en el mercado de valores. De ese mecanismo ya se ha abusado bastante y aunque cada gobierno que vende dice obtener la mejor tasa posible, la verdad es que no deja de ser oneroso y los plazos para el repaso son cortos.

¿Entonces que hacer?

Lo primero debería ser enfrentar la evasión fiscal que según los números disponibles andan por encima de los 250 mil millones de pesos. Segundo, revisar las exenciones que el Estado otorga al sector privado y que, igual que la evasión pasan de los 200 mil millones de pesos, dejando solo las que sean realmente esenciales como incentivos para áreas de producción que le interesa al Estado. Y tercero, impulsar y lograr la ley de extensión de dominio que permitiría al gobierno recuperar una buena parte del patrimonio robado al Estado el cual, cuantificado, debe representar un monto considerable.

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La segunda decisión del presidente Abinader es su posición, clara y definida del problema haitiano y sus efectos en nuestro país.

Haití es actualmente un país inviable. Allí no hay institución que funcione y para colmo de males ahora hay bandas de salteadores y criminales que controlan una parte importante del país. Son secuestradores, Chantajistas. Gente sin escrúpulos. Capaces de cualquier cosa.

El gobierno dominicano ha blindado la frontera y ha enviado allí tropas de elite para evitar a como dé lugar que esas bandas se infiltren en nuestro territorio. Esto, además de las medidas migratorias que ha dispuesto el presidente para resguardar a nuestro país de posibles incursiones que se pretendan hacer desde Haití para causar problemas aquí.

De igual manera el Consejo Nacional de Migración dispuso auditar el plan de regularización para determinar si todos los incluidos califican. Y estableció el Consejo que los ilegales que acudan a los hospitales el país solo serán atendidos en emergencia, ante la necesidad de tener camas disponibles para los nativos.

El llamado dramático que ha hecho el Presidente Abinader a los gobiernos de Estados Unidos, Francia y Canadá para que salgan en ayuda de Haití no debe caer en el vacío, como no caerá en el vacío la actitud valiente y responsable del Presidente Abinader para proteger nuestro país de las bandas haitianas y de la inmigración  desbordada.

Por Luis González Fabra

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