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Banco Popular

Por JUAN T H 

No tengo -que yo sepa- ningún vínculo con funcionarios corruptos, aunque sí sé de algunos, no porque tenga las pruebas, sino por percepción, porque no resisten una auditoria visual, porque los he visto enriquecerse exponencialmente con salarios relativamente pequeños. 

Alguien que llega pobre al gobierno, sin casa suntuosa, apartamentos de lujo, villas en Casa de Campo, Jarabacoa o en Cap.-Cana, sin helicóptero, sin cuentas bancarias en pesos y dólares, con una declaración jurada de bienes miserable, sin vehículos millonarios, amantes, hijos estudiando en Suiza, no puede exhibir fortuna, a menos que no esté robando, lavando dinero o en el negocio de la droga. 

La corrupción y el narcotráfico pueden enriquecer a un político, empresario, militar o funcionario de primer nivel. En este país tenemos a muchos especímenes de esa naturaleza que nadie investiga para determinar el origen de su fortuna, si su dinero es legal o ilegal, si es el resultado de la política, la corrupción, tráfico de drogas, tráfico de influencia, lavado de activo, testaferrato, crimen organizado, etc.  

Un ministro, director general de una institución del Estado, centralizada o descentralizada, un general de la policía, del ejército, de la armada o la fuerza aérea, etc., no tiene un salario que le permita poseer grandes propiedades, como fincas, villas, residencias, vehículos, hijos en los mejores colegios bilingües, en las mejores universidades del país o del extranjero, con una esposa y varias amantes “chapeándolo” constantemente, con su sueldo. ¡No es posible! ¡Los números no cuadran! 

En este país hay demasiadas fortunas sin explicación, que no pueden ser justificadas, que nadie investiga su procedencia, su origen, a pesar de existir el fardo de la prueba. (Si usted no puede justificar sus bienes, se lo quitamos, lo dejamos sin nada. Así debe ser, así es en muchos países, es la manera de proteger al pueblo, al Estado, al país77)  

La mayoría de los dirigentes políticos del PLD llegaron al poder con “una mano delante y otra detrás” (sin un peso), compartiendo colillas de cigarrillos, sin una cuenta corriente, sin saber lo que era un restaurante caro, bebiendo cervezas en las esquinas, comiendo arroz con huevo o plátanos con salchichón. Al cabo de poco tiempo, se mudaron del barrio al Naco, Piantini, Los Cacicazgos, Evaristo Morales, La Julia, Bella Vista, etc. Su estatus económica y social cambió. Se produjo en los “peledeístas” una metamorfosis inesperada. (Servir al Partido para servir al Pueblo, se invirtió, se convirtió en la mayor estafa política del siglo) 

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La gente parece haber olvidado que durante los 20 del PLD, el narcotráfico, la corrupción, el juego de azar, la extorsión y el chantaje, fueron las bases del enriquecimiento de esa “pequeña burguesía, arribista y trepadora” que encabezó Leonel Fernández. 

La diferencia entre los gobiernos del PLD y el gobierno de Luís Abinader y el PRM es que durante esos 20 años de “la peste morada”, la corrupción no se detenía en la puerta de ningún despacho, que los narcotraficantes no eran detenidos, encarcelados, ni extraditados, salvo algunas excepciones. No es casual que la mayoría (no generalizo) de los dirigentes del Comité Político y del Comité Central, así como los funcionarios de la época hoy sean “empresarios” de la cúpula empresarial. 

En este gobierno hay corrupción, lamentable y penosamente. Nadie quiere salir del gobierno como entró porque su condición de vida material cambió con la llegada al poder. No saben que el Estado no debe ser una fuente de enriquecimiento, que al Estado se va a servir, no a servirse, como hizo el PLD. Como dijera el presidente Pepe Mujica, el que “quiera plata que se dedique a los negocios, no a la política”. 

La cultura del saqueo de los bienes públicos no se desmonta de la noche a la mañana, por más buenas intenciones, decretos y leyes del presidente de la República. En el PRM y en el gobierno mismo se ha desatado una tentación peligrosa por adquirir recursos temiendo salir del poder en el 2028, sin calcular los riesgos ni la vendetta de los eventuales nuevos ocupantes del Palacio Nacional. 

Para combatir la corrupción, para castigarla ejemplarmente, es necesario hay que estar dispuesto a encarcelar a familiares, funcionarios, amigos y relacionados, como hizo el presidente de Singapur, Lee Kuan Yew cuando llegó al poder. (“Si quieres derrotar la corrupción debes estar listo para enviar a la cárcel a tus amigos y familiares”, fueron sus palabras) Eso no ha ocurrido en la República Dominicana. La corrupción es una cultura en este país. El Estado ha sido una fuente de enriquecimiento de amigos y funcionarios, civiles y militares, sin ninguna consecuencia, porque el dinero del pueblo no le duele a nadie, el dinero del pueblo parece no tener dueño. Y, a lo que nada nos cuesta, hagámosle fiesta) 

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El presidente Luís Abinader no llegó al gobierno pobre, miserable, “con una mano delante y otra detrás”. Por el contrario, llegó con “una fortuna incuestionable, que no la salta un chivo”. No llegó al Estado a enriquecerse, ni continuar aumentado su patrimonio. El que diga lo contrario, que lo pruebe, con documentos, no con mentiras y falacias. 

Los hechos son testarudos. Los hechos hablan del combate a la corrupción. Pregúntenle a doña Milagros Ortiz Bosch, cuya honorabilidad y pulcritud están fura de toda duda, cuántos funcionarios han sido investigados y cuantos expedientes están en manos del ministerio público. ¡pregúntenle! Los “perremeistas” no son marcianos, son dominicanos, nacidos y criados aquí. Los “perremeistas” no son santos, ni dioses, son demonios, que vienen de una escuela corrupta como las del PLD, que corrompió todo el tejido social del país. ¡Sin excepción”! Solo una revolución ética y moral puede terminar con la corrupción del Estado. Y no creo, mis amigos, que el país esté preparado para cambiar de paradigma, para producir un “verdadero cambio” en la estructura de poder. 

Un ejemplo de la labor del gobierno de Abinader en el combate al narcotráfico. Bajo la dirección del general José Miguel Cabrera Ulloa y con el apoyo irrestricto del mandatario, en cinco años se han descamisado 224 toneladas de drogas, extraditados u deportados 385. Busquen los archivos las cifras de los 20 años del PLD. ¡Ni cien! Pero no solo eso, durante la gestión de Abinader, solo en lo que va de año, han incautado más de un millón de las calles del microtráfico con más de 8 mil detenidos.  En los cinco años de Abinader al microtráfico le han dado en la madre, sacando de las calles más de 20 millones de gramos, con más de 35 mil detenidos, muchos de los cuales, la mayoría, se valen de distintos mecanismos para obtener su libertad posteriormente. 

Las bocinas de Danilo, Leonel y sus socios, a través de las redes sociales y las plataformas digitales, favorecidas económicamente durante sus gobiernos, quieren vincular al presidente Abinader con el narcotráfico y con la corrupción, en una acción canallesca.  Sin embargo, los hechos, testarudos como siempre, dicen que es todo lo contrario, dicen que pocas veces en la historia de este país se ha proclamado, desde el gobierno, tolerancia cero contra la corrupción y el narcotráfico. 

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