VISIÓN GLOBAL
La bondad o los efectos negativos de la deuda pública, sea interna, pero sobre todo externa, ha sido en las últimas décadas tema de controversia y de enfoques encontrados a partir de la visión que se tenga de ella como instrumento de desarrollo o de atraso para un país.
Hay escuelas de pensamiento económico que postulan la bondad de un endeudamiento externo sin temor siempre que los recursos sean utilizados para la generación de riquezas, es decir, que vayan a proyectos que encierren un círculo virtuoso, es decir, que por ejemplo equis cantidades de dólares generen a su vez una cantidad de empleos y estos compren bienes y así sucesivamente.
Otras consideran que el endeudamiento externo, prima facie, es negativo y que por tanto debe ser limitado al mínimo no importa su naturaleza.
Como para todo debe existir el punto medio, en esto también se impone la moderación. ¿Qué se debate ahora mismo en la República Dominicana respecto de la deuda pública?
Observamos que un sector de la oposición, representada en este caso por los desplazados del poder hace un año, tiene montada una campaña sobre la base de un análisis totalmente desencajado que nos quiere hacer creer que el actual Gobierno es el campeón del endeudamiento.
Y lo hace sobre una premisa falsa, pues quiere dramatizar que en apenas un año el actual Gobierno ha tomado prestados 13,000 millones de dólares en el exterior.
Lo primero es que millones de dólares estaban contratados como parte del financiamiento externo del presupuesto de 2020 que, como se sabe, fue elaborado por la administración peledeísta de Danilo Medina, razón por la cual esas partidas deben ser cargadas a esa gestión.
Por otro lado, debemos tomar en cuenta que al asumir la administración de Luis Abinader, las posibilidades de disponer de recursos internos estaban reducidas a la mínima, debido a que, en medio de la pandemia de coronavirus, las actividades productivas estaban postradas en un 80 por ciento, y, por consiguiente, los ingresos fiscales.
De modo que la única vía que tenía el Gobierno para financiarse y hacer frente a los cuantiosos compromisos derivados de la asistencia a millones de pesos en encierro casi absoluto, era mediante el financiamiento externo.
Además, los propios organismos internacionales como el Banco Mundial, Fondo Monetario y Banco Interamericano de Desarrollo recomendaban a los Estados endeudarse en dólares para reactivar sus economías en medio de la parálisis casi total por los efectivos del COVID-19.
Frente a esta situación el nuevo Gobierno solo tenía las opciones de dejar que el país terminara de colapsar o recurrir al financiamiento externo para hacer frente a sus compromisos crecientes e ineludibles.
Por Nelson Encarnación