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El presidente Luís Abinader está demostrando que se preparó para el cargo que ocupa. Ha enfrentado la crisis sanitaria y la crisis económica que marchan paralelas para terminar de arruinar la nación, con bastante acierto, tomando las medidas necesarias para solucionarlas, sembrando en cada momento banderas de esperanza en la población. En menos de un año se nos presenta como un estadista, manejando acertadamente la comunicación directa con su pueblo de manera franca y llana. El presidente es el mensaje a través de su imagen y de sus acciones; habla claro teniendo como norte la verdad, lo que le ha granjeado credibilidad, por suerte.

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Sigo creyendo, sin embargo, que en sentido general la estrategia comunicacional del gobierno es errática -si es que existe- por la falta de un diseño correcto que abarque todas las instituciones civiles y militares, incluso. Cito un caso: la Dirección Nacional de Control de Drogas está haciendo un trabajo extraordinario dándoles golpes demoledores al narcotráfico. Pero no se comunica adecuadamente, y por lo tanto, no contribuye a fortalecer la imagen del gobierno y del presidente. Podría citar algunos ministerios y departamentos que hacen una buena labor pero se mantienen en silencio. (No olvidemos que la gallina cuando pone un huevo lo cacarea para que todos se enteren)

Durante una intervención militar de Estados Unidos en Medio Oriente se cometió una matanza, como es costumbre. El presidente del país preguntó si CNN lo había informado. Cuando le dijeron que no, dijo: “pues no ha ocurrido”. En estos tiempos de “post verdad” la objetividad, incluso la verdad y la razón, importan poco cuando se tiene el monopolio de la información. Recordemos que la primera víctima de una guerra es la verdad, es la noticia. Donald Trump lo demostró tanto en su campaña electoral como en su mandato de apenas cuatro años, por fortuna.

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A casi un año del gobierno del cambio que encabeza Luís Abinader la comunicación estratégica está pendiente, es una materia en estudio que debe pasar con excelente calificación para el éxito de la presente administración.

Del libro “Estrategias de comunicación para gobiernos” de Roberto Izurieta, Christopher Arlerton y Rubén M. Perina, extraigo la siguiente lección que espero sirva de algo: “Muchas veces los políticos confunden la estrategia de comunicación de un gobierno con algunos de sus elementos. La estrategia no es usar determinados medios como publicar comunicados aburridos en los periódicos, fastidiar a la población con cadenas de televisión u ocupar espacios en los noticiarios. No es tampoco tener un lenguaje: “preocuparse por los pobres”,” luchar en contra de la corrupción”, ”dar pan, dar techo y empleo”. No lo es tampoco hacer encuestas, dialogar con la oposición o hacer una buena alianza en el Congreso. Todos esos son elementos que pueden ser parte de una estrategia de acción o de comunicación de un gobierno, pero son solo eso: elementos”.

Y concluyen: “si comparamos la comunicación con una casa, diremos que todo lo que hemos enumerado son los ladrillos, las ventanas, las puertas de una casa. Son partes de la construcción. La estrategia es el diseño, aquello que da sentido a todos los elementos que forman parte de la casa”. (¿Se entiende?)

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Las deficiencias comunicacionales del gobierno del PRM no se le pueden atribuir a la oficina de prensa del Palacio Nacional. Culpar a la diva y comunicadora Milagros Germán o al periodista Daniel García Archibald es un error. A ellos no les corresponde el estudio, la investigación y la elaboración del plan de comunicación estratégico. No hablo de una oficina o un departamento de prensa, hablo del diseño y puesta en práctica de una estrategia global que abarca toda la estructura del Estado, y que incluye un análisis minucioso de los distintos medios de comunicación, su influencia, su penetración en la población, su utilidad a los fines de los intereses del gobierno. Publicidad y propaganda no constituyen una estrategia de comunicación. No se trata -como he dicho antes- en convertir al Estado en una agencia de publicidad para favorecer a determinados sectores económicos y políticos, incluyendo a los periodistas.

El tema es complejo y no puede tratarse con amplitud y contenido en un breve artículo periodístico. Además, corresponde a los dirigentes del PRM y al gobierno en sí mismo, y sus asesores o expertos en la materia, irse un fin de semana a un hotel para analizar la problemática y salir con un diseño de política comunicacional, tanto del partido, como del gobierno a largo plazo.

Por JUAN T H

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