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Por Moisés Cáceres

Santiago siempre ha tenido un carácter especial. Aquí no se improvisa: se organiza, se planifica y se sueña con método. Desde la visión de APEDI en 1961 —cuando un grupo de líderes entendió que la ciudad debía pensar su propio futuro— hasta el Plan Estratégico de Santiago, que hoy reúne a más de 70 organizaciones y representa a más de 350 entidades sociales, académicas y empresariales, la apuesta ha sido clara: esta es una ciudad que no espera a que las cosas pasen, sino que decide construirlas.

Esa capacidad de planificar y ponerse de acuerdo encontró eco en un presidente que decidió transformar los planes en hechos. Luis Abinader entendió que los consensos de Santiago no eran simples documentos, sino el sentir ciudadanos. Y esa sintonía entre visión local y voluntad nacional es lo que hoy explica gran parte de la transformación que vemos en la Ciudad Corazón.

El Teleférico es uno de los símbolos de ese cambio. Inaugurado en marzo de 2024, con una inversión de RD$6,544 millones y capacidad para transportar 8,000 pasajeros por hora, ya conecta comunidades que antes se sentían aisladas. Para los más de 73,000 habitantes impactados directamente, no es solo una obra: es tiempo ahorrado, es más seguridad, es la posibilidad de estudiar o trabajar con un transporte digno.

El Monorriel, de 12.8 kilómetros y 15 estaciones, avanza con más de 90% de las obras civiles completadas. Cuando empiece a operar, será la columna vertebral del transporte urbano de Santiago, integrando barrios, centros educativos, hospitales y zonas de empleo. Y junto a estas soluciones de movilidad, el saneamiento del Arroyo Gurabo recuerda que el desarrollo no es completo si no se cuida el medioambiente: miles de familias ya sienten la diferencia de vivir sin el peligro constante de inundaciones y enfermedades.

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Pero Santiago no solo depende del sector público. Su sector privado ha demostrado por qué esta provincia es motor económico del país. Las zonas francas alcanzaron en 2024 los US$8,425 millones en exportaciones y generaron más de 198,000 empleos a nivel nacional. Santiago concentra una parte fundamental de ese dinamismo: la Corporación Zona Franca Santiago, con más de 20,000 empleos directos, es un modelo pionero de articulación público-privada que sigue atrayendo inversión extranjera y consolidando la ciudad como hub industrial del Caribe.

El tabaco, marca de identidad de la región, superó los US$1,300 millones en exportaciones, convirtiéndose en el tercer producto más importante del país. Santiago, como epicentro de la producción y manufactura de cigarros premium, es responsable de buena parte de esa conquista internacional. Cada vez que un puro dominicano se enciende en Nueva York, Madrid o Tokio, hay una historia de manos santiagueras detrás.

La industria local y las mipymes también marcan el paso. Con más de 450,000 mipymes activas en el país, miles de ellas en Santiago, el empuje emprendedor se siente en cada esquina: desde la digitalización de pequeños talleres hasta la exportación de productos agroindustriales que llevan la marca “Hecho en Santiago” a nuevos mercados. Y aquí cabe una mención especial: las políticas industriales que han acompañado este crecimiento, impulsadas con visión por Ito Bisonó, han facilitado que más pequeñas y medianas empresas se formalicen, se capaciten y se encadenen a los grandes sectores productivos.

El sector construcción e inmobiliario también habla por sí solo. Solo en 2024 y 2025, proyectos como Santiago Center, con su hotel de 177 habitaciones y su plaza comercial Ágora, reconfiguraron el centro urbano. Las torres residenciales siguen multiplicándose, y los desarrollos habitacionales en la periferia reflejan tanto la confianza de los inversionistas como la creciente demanda de una clase media que ve a Santiago como el mejor lugar para vivir y progresar. Este sector, que genera más de 400,000 empleos directos en el país, ha sido uno de los principales motores de la recuperación económica reciente.

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Y como toda gran ciudad moderna, Santiago encontró en la gastronomía otra forma de crecer. Restaurantes de autor, cafeterías creativas y festivales culinarios han convertido la ciudad en un destino gastronómico. Solo en la última edición del Restaurant Week Santiago 2025, más de 35 restaurantes participaron ofreciendo propuestas innovadoras que atrajeron turistas nacionales y dinamizaron la economía local. Aquí la cocina no es solo negocio: es cultura, es empleo juvenil, es turismo interno y es identidad.

La historia reciente de Santiago es la mejor prueba de lo que ocurre cuando se combinan tres fuerzas: una sociedad que planifica, un Gobierno que cumple y un sector privado que emprende. El resultado es visible: transporte digno, saneamiento ambiental, récords de exportación, inversión inmobiliaria y una gastronomía vibrante.

Nada de esto es casualidad. Santiago vibra distinto porque aquí los sueños se convierten en agenda, la agenda en obras y las obras en calidad de vida. Y porque cuando una ciudad convierte la visión en acción y el empuje ciudadano se encuentra con la voluntad política, el futuro deja de ser promesa y se convierte en dirección.

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