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Por JUAN T H

Altice

Las redes sociales cada vez se tornan más vulgares, obscenas, degradantes y violadoras de los derechos a la intimidad, el buen nombre y la dignidad de las personas, sobre todo públicas, que ejercen funciones en los partidos políticos, el gobierno —incluyendo al propio presidente de la República—, artistas, periodistas, abogados, locutores, etc. Resulta asqueante el contenido injurioso y difamatorio que se escucha y se ve en una buena parte de las plataformas digitales que se han creado en los últimos dos o tres años. Los francotiradores del éxito ajeno están al acecho. Los sicarios están al día esperando una ocasión para disparar. Han surgido unos mercenarios en las redes que extorsionan y chantajean de manera pública. Ya no esconden sus intenciones. Y lo peor: no hay sanciones ni consecuencias. Todos los ciudadanos, absolutamente todos, estamos expuestos, corremos el riesgo de ser difamados o injuriados.

Le he preguntado a funcionarios gubernamentales, tanto del gobierno como del Ministerio Público, qué se puede hacer frente a la andanada de insultos y atropellos contra funcionarios y dirigentes políticos. La respuesta es: poco o nada. Someter a la justicia a los que propagan acusaciones falsas, sin documentación ni prueba alguna, es “perder el tiempo”; es gastar dinero en abogados y en viajes constantes a los tribunales para que, al final, todo quede en el limbo.

Las cosas que se escuchan, en tono altisonante, con palabras soeces, insultantes, como si la verdad la diera el hablar fuerte y duro, son sencillamente inaceptables. Siento asco, dan ganas de vomitar. Las redes se han convertido en una letrina donde muchos defecan sin importar a quién dañan: personas con hijos, esposos o esposas, padres, hermanos, amigos, relacionados. (Una pocilga inmunda donde ni los cerdos pueden vivir.)

Y lo peor de lo peor: el gobierno no hace nada. Al contrario, funcionarios de este gobierno patrocinan —con mucho dinero— muchas de esas plataformas digitales. Aquí sabemos quién patrocina a quién, incluso cuánto dinero, en la campaña sucia que ahora se ha desatado en el PRM de compañeros contra otros compañeros en la disputa por la candidatura presidencial, lo cual me parece insólito e inaceptable.

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No acuso a todos los que mantienen una plataforma digital ni al que habla a través de Facebook, Twitter (X), YouTube, etc. No. Hay navegantes de la Internet que hacen un uso decente y correcto de las redes sociales, incluso de algunas plataformas, que las usan para decir sus opiniones, sus comentarios, sin ofensas, sin maltrato a la honra de los demás, etc. Claro que hay gente que no busca “views” ni “likes” para monetizar y ganar dinero difamando e injuriando a los demás sin ninguna consecuencia. Una gran parte de las cosas que se dicen en las redes sociales son mentiras (fake news). (Si los “views” y los “likes” no dejaran tanto dinero, otra fuera la historia. Hay gente que, por un “view” y un “like”, son capaces de matar a su propia madre o padre.)

Muchos navegantes de la red de Internet ahora se están valiendo de la inteligencia artificial para difundir noticias y mensajes falsos. No se pueden reenviar sin antes verificar la veracidad de las informaciones. Por lo menos, es lo que yo suelo hacer. Igualmente, hay influencers que no sigo ni veo. Los ignoro. No lleno mi cabeza de mentiras, de escenas montadas para llamar la atención y despertar bajezas morales y morbo de personas con aserrín en el cerebro. (¿Ustedes saben que hay “líderes de opinión” en las redes que no saben leer ni escribir, analfabetos prenatales? ¡Sépanlo!)

Entiendo a los dirigentes políticos que, a falta de no tener nada que hacer, pierden el tiempo usando las redes sociales para mentir y distorsionar los hechos. A esos politicastros los comprendo bastante bien. Son igualmente despreciables, pero los comprendo en el marco de una sociedad decadente como la nuestra.

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Creo, finalmente, que el gobierno —incluyo a los congresistas, al Indotel, etc.— algo debe hacer frente a lo que está ocurriendo con las redes sociales y las llamadas plataformas digitales. La sociedad dominicana no puede continuar degradándose tanto, con ídolos con los pies de barro, falsos profetas, mesías sin valores éticos ni morales, líderes sin educación ni formación cultural. Necesitamos nuevos paradigmas, referentes nuevos en la música, el arte, la política y la cultura, como eje transversal que lo abarca todo.

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El Jacaguero es una fuente de noticias en línea que se especializa en brindar a sus lectores las últimas novedades sobre la República Dominicana.

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