El agua ha empezado a cotizar esta semana en el mercado de futuros de Wall Street como ocurre con el petróleo o el trigo, en base al índice Nasdaq Veles California Water (NQH2O). Algunos expertos defienden que, si se utiliza bien, este mecanismo financiero puede ayudar a conseguir un uso más eficiente del agua. Pero también se considera un sinsentido dejar que se especule con este recurso tan sensible para la vida en el planeta. Aquí respondemos a algunas preguntas para intentar explicar qué significa realmente este paso dado en EE UU:
¿De qué forma se puede vender o comprar un bien común como el agua?
En casi la totalidad del planeta, las leyes consideran el agua como un bien común del dominio público. No obstante, es posible otorgar derechos de uso de esa agua a través de concesiones o licencias administrativas (ya sea para utilizarla o para realizar vertidos en ella). Lo que ha empezado a cotizar en Wall Street no es el agua en sí misma, sino los derechos de uso. “Esto siempre ha funcionado de manera informal en todos los lugares del mundo con sistema de riesgo, también en España”, señala Gonzalo Delacámara, director de Economía del Agua en el Instituto IMDEA, “un regante A le dice al B, este mes no voy a regar, te cedo mis derechos a cambio de una compensación”. Lo que es mucho menos común es la existencia de un mercado formal para realizar estas transacciones de derechos.
¿Cómo funcionan los mercados de uso y aprovechamiento del agua?
En buena parte de los Estados del oeste de EE UU, con climas bastante similares a España y un alto riesgo de sequía, se han desarrollado mercados para realizar transacciones de este tipo, como el de California. “Cuando se genera un derecho de uso y aprovechamiento de agua, está por un lado lo que podríamos llamar la vía del recurso natural, la más importante, el agua que permite mantener caudales ecológicos, recargar acuíferos, abastecer ciudades como Los Ángeles, regar campos de cultivo… Y, por otro, hay una vía que es estrictamente financiera: se ha generado un título, que se convierte en un activo financiero”, señala Delacámara. Así, puede haber, por ejemplo, agricultores que quieran intercambiar derechos de uso para tener agua con la que regar sus cosechas, pero también otros actores que lo que busquen sea ganar dinero con esos activos financieros.
¿Cómo funciona el mercado de futuros?
A diferencia de los mercados spot, donde se pueden realizar transacciones de derechos de agua de forma inmediata, como quien va a un supermercado y compra unas manzanas, en los mercados de derivados (bien de opciones o de futuros) estos intercambios son a largo plazo. En zonas de escasez crónica de agua como California o el sudeste español, una persona puede no necesitar agua en ese momento, pero sí estar interesada, por ejemplo, en garantizarse su disponibilidad para una campaña de riego en el futuro o para un periodo de años.
¿Qué es entonces el Nasdaq Veles California Water Index?
Este índice empezó a funcionar en octubre de 2018 y se forma a partir de los precios de los derechos de agua en el mercado de futuros de las cinco zonas de California con mayor volumen de transacciones de este tipo. Esta semana la cotización está en 486,53 dólares por acre pie, una medida que equivale a cerca de 1,4 millones de litros.
¿De qué forma puede ayudar esto a gestionar de forma más eficiente el agua?
“En teoría, de esta forma lo que estás haciendo es generar incentivos para que la gente sea más eficiente porque los derechos excedentarios de agua los puede llevar al mercado”, explica Delacámara. “Además, esto sirve para garantizar que el agua que haya disponible llegue a priori dónde se necesita y conseguir liquidez en este mercado que eventualmente pueden financiar inversiones de mejora, orientadas a la conservación del recurso”. Para este economista que asesora a Naciones Unidas, la Comisión Europea o el Banco Mundial, “estos mercados de derechos pueden ser una herramienta de conservación, si se utilizan bien, lo que no siempre ocurre”. Como detalla, si bien el modelo de mercados de EE UU incluye más cautelas, hay casos mucho más controvertidos en Australia y Chile, donde se ha priorizado el desarrollo agrícola por encima de objetivos ambientales, otorgando en ocasiones derechos gratuitos y a perpetuidad para garantizar seguridad jurídica a los regantes. Ha ocurrido hasta niveles absurdos. Como señala Delacámara, “en el valle de Copiapó en el norte de Chile se entregaron más derechos de uso que el agua efectivamente disponible en la cuenca”.
¿Por qué estos mercados resultan tan controvertidos?
Se considera que estos mercados pueden jugar un papel para flexibilizar la gestión del agua en caso de sequía y reducir los conflictos en este tipo de emergencias. Sin embargo, Pedro Arrojo, economista y relator especial de la ONU para los derechos humanos al agua potable y al saneamiento, se muestra totalmente contrario a estos mecanismos financieros. “Estos intercambios de concesiones entran en flagrante contradicción con las bases con las que se administra un bien público, más que flexibilizar, esto es el libre mercado que hace negocio con el agua, de repente alguien hace dinero a base de vender un derecho que le ha dado gratis el Estado”, subraya el profesor de Análisis Económico. “Mira hasta qué punto estas cesiones pueden ser perversas: usuarios de agua en la desembocadura del Guadalquivir, arroceros que normalmente consumen agua que ya ha discurrido por todo el río, le venden los derechos de uso a usuarios del campo de Dalias en Almería, en la cabecera, a través del trasvase Negratín-Almanzora. Es decir, esa agua ya no baja por el Guadalquivir, con lo que supone esto para otros usuarios o los servicios ambientales del río”, destaca. “Pero, claro, el mercado no tiene en cuenta estas cuestiones”.
Por CLEMENTE ÁLVAREZ