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En un país como República Dominicana, donde las tarjetas de vacunación no están digitalizadas y el cartón puede perderse con gran facilidad, es difícil conocer con exactitud el registro total de las vacunas recibidas a lo largo de la vida, excepto por una.

Altice

La vacuna que no pasa desapercibida es la BCG o Bacilo de Calmette-Guérin (desarrollada por los científicos franceses Albert Calmette y Camille Guérin), una dosis única de un biológico que se aplica en los primeros días de vida del bebé para inmunizarlo contra la tuberculosis, enfermedad infecciosa causada por el Mycobacterium tuberculosis, una bacteria que casi siempre afecta a los pulmones y se transmite de persona a persona a través del aire.

Esta vacuna tiene la peculiaridad de tener una aplicación intradérmica, es decir, dentro de la piel, a diferencia de las demás que componen el esquema básico organizado por el Programa Ampliado de Inmunización (PAI), que son de aplicación intramuscular.

El presidente de la Sociedad Dominicana de Vacunología, José Brea del Castillo, detalló que “esta vacuna se pone a todos recién nacidos en sus primeros días. Se aplica de manera intradérmica, o sea, que no es dentro del músculo o por debajo del cutis, como se dice, es dentro de la piel que se vacuna“.

Luego de que el bebé es vacunado, se le forma “una bolita, una burbujita, una ampollita que a las dos o tres semanas de haberse aplicado puede formarse un halo, como una monedita roja, que puede ir aumentando en las próximas semanas, incluso, como si fuera un absceso, como una infeccioncita de la piel y luego eso se va curando solo, se forma una ulcerita y en dos meses (máximo), ya eso está resuelto”, indicó el experto en vacunas.

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No todos quedan marcados

Un punto que destacó es que “no a todo el mundo le sucede esto, entonces, esa conformación de esa úlcera final es lo que va a dar una marca, una cicatriz“.

De acuerdo con el galeno, de todos los niños que se vacunen, se estima que del 10 al 20 % no van a tener esta cicatriz, situación que se vive no solo en nuestro país, sino en toda Latinoamérica.

Brea del Castillo aclaró que si a un niño no se le quedó la marca fue por mala aplicación o poco efecto de la vacuna en su cuerpo.

“Esto no quiere decir que la vacuna no funcionó, o como le dicen popularmente, no prendió o no hizo su efecto claro, aunque se le puso la vacuna y ese niño no tiene ninguna marca, está vacunado y no hay que volver a vacunar en ese sentido”, comentó.

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El doctor destacó que la BCG, que tradicionalmente se coloca el mismo día que la vacuna contra la hepatitis B, “solamente se aplica a nivel estatal, o sea, en los Centros de Vacunación Públicos por razones logísticas y biológicas”.

Para los mayores de 50 años, es importante recordar que anterior a los años 70 se vacunaba contra viruela con una aguja bifurcada, con dos puntas en el extremo, en lugar de las agujas hipodérmicas de hoy día. Con esa técnica se pinchaba la piel unas 15 veces en pocos segundos que dejaba una marca en la piel de la persona vacunada. Se puede diferenciar de otras marcas de vacunas, como la de la tuberculosis, por su forma volcánica y hundida.

Mejoras en el biológico

El experto en vacunología dijo que la BCG no tiene una cobertura al 100 % para la tuberculosis, por lo que se esperan mejoras y avances respecto a este biológico que protege contra tuberculosis pulmonar, biliar y meníngea.

“No es en 100 % (la conertura, ni cerca del 100 %), pero es recomendable en países donde hay tuberculosis como el nuestro”, concluyó el galeno.

En 2022, 1,3 millones de personas en el mundo murieron de tuberculosis (entre ellas, 167 000 personas con VIH).

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