Por JUAN T H
Un partido político hegemónico, que controlara todos los poderes del Estado, incluyendo los poderes fácticos para una dictadura perfecta que pudiera navegar sin complicaciones por más de 50 años, con una “fabrica de presidentes” que se alternarían en el poder cada cuatro años, como lo hizo el Partido Revolucionario Independiente de México que se mantuvo en el poder por más de 70 años, demostrando que el “poder absoluto corrompe absolutamente”, como sucedió en nuestro país y como suele suceder en todo los regímenes duraderos.
El continuismo, que no existió en México en la “Era del PRI”, más allá de sí mismo, fue el principal error del PLD. Tanto Leonel como Danilo impidieron que se desarrollara “la fábrica de presidentes” que se mantendría gobernando hasta el 2047, como lo pronosticó su ideólogo, Leonel Fernández.
La corrupción fue en nuestro país un instrumento político de permanencia en el poder. Sin los elevados índices de corrupción en todas las esferas sociales, no habría sido posible que el PLD se mantuviera gravitando dominantemente en el país. Todos conocemos la historia porque todos la vivimos.
No hay porque contarla tan reiterativamente, salvo que este es un pueblo de memoria muy limitada. Nadie sospechó -por lo menos yo- que después de 12 años de una dictadura tan cruenta, negadora de los derechos humanos más elementales, con un cementerio de jóvenes valiosos asesinados a plena luz del día, Joaquín Balaguer pudiera volver al poder jamás. ¡Y lo hizo diez años después!
Aunque dice Franc Moya Pons que la historia no se repite -dialécticamente no es posible- en la República Dominicana, donde la historia se olvida tan rápida y fácilmente, los hechos parecen reeditarse, aunque con otros actores y en otras circunstancias. Y no quisiera pensar, ni por un momento, en la posibilitad, aun sea remota, que el PLD de Leonel Fernández y Danilo Medina, vuelva a pisar las escalinatas del Palacio Nacional porque sería retroceder a un pasado vergonzoso, canallesco y ruin. Si algo así ocurriese los dominicanos de buena voluntad tendrían que quemar las naves y que el último en salir apague la luz.
El “presidencialismo imperial” que existió en México mediante un partido hegemónico que limitaba y corrompía todos los poderes del estado, fue lo que permitió lo que Mario Vargas Llosa denominó “la dictadura perfecta”, que se mantuvo en el poder por tantos años, lo que intentó hacer en nuestro país el PLD bajo la conducción de Leonel Fernández, seguido por Danilo Medina, que nunca tuvo el talento ni la habilidad de su hoy archienemigo.
Lo que ha estado publicándose sobre escándalos de corrupción no representan ni un diez por ciento, de lo que sucedió en nuestro país. Nunca sabremos a ciencia cierta cuanto le costaba a este pueblo la corrupción. Ya he dicho que los organismos internacionales hablan, de 200 mil millones, otros de 300 mil millones. ¡No lo sabremos nunca! Lo que sí sabemos es que se robaron todo cuanto pudieron. Y pudieron mucho con un partido hegemónico controlando la Justicia, el Congreso, la JCE, el TSE, las “Altas Cortes”, los medios de comunicación, las Fuerzas Armadas y la Policía, una buena parte del empresariado, etc., etc. El tejido social fue hipertrofiado por completo, al igual que la nómina pública con miles de botellas. El daño moral que le hizo el PLD a este país solo es curable con una revolución.
Pocas puertas, de pocos despachos en todo el gobierno anterior, estaban cerradas por dentro para evitar que no penetrara la corrupción. Balaguer dijo en una ocasión que “la corrupción solo se detenía en las puertas de su despacho”. La puerta del despacho presidencial durante los gobiernos de Leonel Fernández y de Danilo Medina no se cerraron nunca. ¡Estuvieron abiertas de par en par por 16 años! ¡Las puertas que el presidente Luís Abinader hace esfuerzos por cerrar!