Existen multitud de dietas para perder peso pero no todas son iguales, no todas son saludables y no todas son para todos. Es importante saber en qué medida funcionan, en qué consisten y qué repercusiones pueden tener a corto y largo plazo.
Cada vez es más habitual hacer dieta, no sólo de cara al verano o al buen tiempo, sino durante todo el año. Según datos del Instituto Dym en su última encuesta sobre la alimentación y la preocupación por la salud en España, “hasta un 20% de los españoles hace dieta de manera habitual”. Algo que no sólo hacen las mujeres. En esta encuesta se evidencia que no hay grandes diferencias entre ellas y los hombres, es decir, que ambos hacen dietas por igual durante todo el año.
Un fenómeno que no deja de crecer, según apunta a CuídatePlus Carmen Escalada, nutricionista clínica del Instituto Médico Europeo de la Obesidad (IMEO). “Año tras año vemos que son más los que buscan y se someten a dietas”, algunas de alto riesgo y la gran mayoría un control y seguimiento por parte de especialistas en nutrición. Según el Colegio de dietistas-nutricionistas de la Comunidad Valenciana (Codinucova), “por cada cuatro personas que acuden a un nutricionista, sólo una no ha seguido alguna dieta milagro previamente”. Este porcentaje, califica Escalada, “es muy alarmante debido a que la obesidad y el sobrepeso son dos patologías que, además, en muchos casos, llevan otras muchas patologías asociadas y que, por tanto, deben ser abordadas por un especialista sanitario”.
Sobre las dietas que sigue la gente, ¿cuáles son las más habituales? ¿y las que están más de moda? ¿existen dietas sanas? En cuanto a las dietas más seguidas, como señala Escalada, “varían mucho de un año a otro ya que la población está tremendamente influenciada por las dietas que siguen los personajes públicos más relevantes”. A pesar de esto, las que sí parecen repetirse en los rankings de dietas más seguidas año tras año son “la cetogénica, las depurativas en todas sus versiones (dieta de la piña, de la manzana, de los caldos…) o el ayuno intermitente», aunque hay otras peligrosas. En esta información vamos a explicar en qué consisten cinco de ellas y porqué los nutricoinistas no las recomiendan.
Dieta del pinchazo
Más que una dieta en sí, en realidad “se trata de un fármaco inyectable con cuya ayuda se pretenden perder los kilos de más prácticamente sin esfuerzo alguno”, alerta la experta. Su principio activo es la liraglutida, “con efecto inhibidor del apetito que actúa sobre los receptores cerebrales aumentando la sensación de saciedad durante las 24 horas posteriores, de modo que para mantener este efecto anorexígeno se debe inyectar a diario a la misma hora”.
Según señalan desde IMEO, esta dieta se ha puesto muy de moda entre adolescentes y jóvenes con sobrepeso como un método milagroso para deshacerse del exceso de peso de manera rápida y sin tener que realizar importantes cambios en su alimentación, ni mucho deporte. En concreto, apunta Escalada, “la realizan personas que llevan mucho tiempo lidiando con problemas de sobrepeso y obesidad, que ya han hecho otras dietas previamente y que acuden a su médico no sólo por bajar de peso sino también para el tratamiento de otras comorbilidades asociadas como la diabetes o la hipertensión”.
Como informa el dietista y portavoz del IMEO, Rubén Bravo, “es una pauta que sólo se aplica en el caso de obesidad diagnosticada y no para fines estéticos”, y recuerda que los medicamentos deben ser utilizados para tratar la patología para la cual han sido autorizados y no cómo un método milagroso para adelgazar. “Aunque promete una media de bajada de 7 kilos en 20 semanas, sólo veremos estos resultados, si además del uso del fármaco, se sigue una dieta hipocalórica y restrictiva”, añade la experta.
La lista de efectos secundarios que puede producir es larga: desde leves como vómitos, náuseas, fatiga, mareos, estreñimiento o diarrea, hasta algunos muy graves, como pancreatitis necrosante, obstrucción intestinal, diabetes tipo II, insuficiencia renal o infarto cardíaco.
Dieta de los parches
La dieta de los parches no es una dieta como tal sino la idea de adelgazar, sin hacer esfuerzos, sólo con el uso de supuestos parches adelgazantes. “El concepto que nos venden acerca de los parches adelgazantes es más que tentador, ya que promete perder entre 4 y 8 kilos al mes”, señalan desde el IMEO. “Los asiduos a los parches suelen ser personas en busca de una bajada rápida de peso que no conlleve grandes cambios en su alimentación o aumento del ejercicio”, señala Escalada. Además, “también es muy frecuente recurrir a los parches para reducir el volumen o acúmulo de grasa en zonas concretas del cuerpo”.
Estos parches se colocan en una zona con celulitis que suele ser el abdomen, la cadera o los muslos con el fin de activar el metabolismo de forma local durante 24 horas y una vez transcurrido este tiempo se debe sustituir por otros parches. “No tienen efectos secundarios, pero tampoco está demostrado científicamente su efectividad en la pérdida de peso”, señala Inmaculada Luengo, nutricionista clínica y experta en alimentación comunitaria y deportiva del IMEO.
Estos adhesivos se venden como ayuda para reducir la celulitis por lo que su composición consta de “extractos de cafeína, guaraná, capsicina (pimienta negra), té verde, bayas de acai y muchas otras sustancias activadoras y antioxidantes”.
Como advierte Luengo, “la forma en la que se expone nuestro cuerpo a estas sustancias también hace que esta fórmula para bajar de peso tambalee. Al estar en contacto con la piel es más difícil que los principios activos pasen rápido al torrente sanguíneo y que, además, parte de ellos se pierdan por exposición a la luz o se oxiden”.
Lo único positivo de estos parches es que no suelen tener efectos secundarios ya que, como apunta Escalada, “el mayor riesgo asociado a esta forma de adelgazar es la desilusión que tenga la persona al usarlos y ver que no se cumplen sus objetivos”.
Dieta keto
La dieta keto o cetogénica con sus variantes, como Atkins, Scardale o Dukan, sigue siendo una de las más habituales entre la población. “Es una dieta milagro cuya característica principal es que reduce al límite el consumo de hidratos de carbono con el objetivo de que el cuerpo entre en cetosis”, explica Escalada. Este estado “se produce porque el cuerpo, al ser desposeído de su principal fuente energética, se ve obligado a quemar la grasa para obtener energía y, en este proceso se generan cuerpos cetónicos, los responsables del nombre de la dieta”.
El problema es que estos “compuestos son tóxicos si se acumulan en el organismo ocasionando problemas que van desde leves como mal aliento, cansancio o pérdida de apetito a otros graves como descalcificación ósea, mareos, cefaleas, náuseas, arritmias o pancreatitis”, advierte.
Esta fórmula promete una pérdida de peso importante, de 2 a 3 kilos a la semana, y a menudo se relaciona con famosas como Jennifer López o Halle Berry. No obstante, ha cobrado protagonismo nuevamente a raíz de un estudio realizado por la Universidad de California, Riverside, que advierte de que esta dieta no funciona tan bien en las mujeres, ya que su organismo metaboliza la grasa de manera diferente.
En opinión de los expertos consultados por CuídatePlus, es importante tener este dato en cuenta ya que “se trata de una alimentación basada en un 70 u 80% en la ingesta de proteínas y grasas, una cantidad que resulta insostenible, comparada con la dieta japonesa, una de las más saludables y longevas, compuesta en tan solo 20% de grasas”.
“Cuando alguien sigue esta pauta y deja de consumir hidratos de carbono, su cuerpo pierde su principal fuente de energía y recurre a la grasa acumulada como suministro”, explica Escalada. Este proceso, “en el que el organismo quema grasa para obtener la energía que necesita, genera unas sustancias conocidas como cuerpos cetónicos que son las que dan nombre a la dieta. Al reducir el consumo de alimentos ricos en azúcares simples que aportan gran cantidad de calorías vacías, disminuye la ingesta calórica total, ya que los alimentos ricos en proteínas y grasas, los permitidos, son muy saciantes, por lo que se comerá menos”, explica.
Por todo ello, “esta pauta debe hacerse únicamente bajo seguimiento de un profesional sanitario cualificado y durante un tiempo limitado, ya que puede propiciar problemas para la salud derivados del acúmulo de los cuerpos cetónicos que pueden ser desde leves (mal aliento, náuseas, calambres, mareos, estreñimiento o dolores de cabeza) hasta graves (deshidratación, hiperuricemia, deficiencias renales o edema cerebral)”, advierte.
Es importante señalar que, “bajo estricto seguimiento la dieta cetogénica puede ser beneficiosa para el control de ciertas patologías como la epilepsia, pero aquellos que padezcan enfermedad renal crónica, diabetes, enfermedades cardiovasculares o mujeres embarazadas deberán evitarla siempre”.
Dieta de bebé
Este método, “con el que se pueden perder hasta 3 kilos en una semana, imita la dieta de un bebé y triunfa entre las mujeres más jóvenes”, señalan los nutricionistas. Consiste en suplir la alimentación diaria sólida por alimentos triturados con consistencia líquida o semisólida que incluyen fruta triturada, purés de verdura o batidos sustitutivos de comidas.
Tal y como explica Escalada, “esta dieta se ha puesto de moda porque tenemos la idea errónea de que por comer alimentos que no sean sólidos vamos a estar ingiriendo menos calorías y, por tanto, bajaremos más de peso”.
“Esta dieta limita la textura, pero no nos anima a excluir ciertos alimentos más calóricos y/o menos saludables al ser ricos en azúcares simples, grasas saturadas o sal”, especifica Bravo. Además, al perder la masticación, un proceso clave que apoya la sensación de saciedad, aumentaremos nuestra ingesta de alimento y con ello, el consumo calórico total. “De esa manera, aunque nunca nos tomaríamos cuatro manzanas enteras en una media mañana, si lo haremos al tomar un “potito” de fruta”, explica.
A la hora de valorar los riesgos de esta dieta hay que tener en cuenta dos factores. En primer lugar, “que al eliminar los alimentos sólidos va a ser menos saciante y, por tanto, nos puede dar la falsa idea de que estamos comiendo poco cuando no es así y, en segundo lugar, que esta dieta lo que dice es que comamos alimentos triturados, los cuales pueden ser sanos y bajos en calorías (frutas, verduras, pollo…) o altamente calóricos e insanos (nata, helados…) por lo que al seguirla de manera habitual no sólo podemos no bajar de peso, sino que podemos subirlo”, explica Escalada.
La verdad es que “sí se pueden incluir elaboraciones trituradas en nuestra dieta semanal con una frecuencia variable de entre 1-4 veces por semana, pero nunca desplazando por completo a los alimentos sólidos”.
Esta dieta “no debería ser seguida por personas que padezcan ansiedad, hambre emocional o que les cueste sentirse saciados”.
Dieta disociada severa
La dieta disociada severa es aquella que “no sólo aboga por no mezclar diferentes grupos de alimentos en una misma toma como la disociada normal, sino que impulsa a separarlos incluso durante varios días, lo cual puede provocar serías deficiencias de nutrientes esenciales para mantener un óptimo nivel de salud”, advierte Escalada.
Como las anteriores, al tratarse de una dieta milagro que promete una rápida bajada de peso, “es seguida por personas que buscan lograr este objetivo y luego, volver a su rutina previa de mala alimentación y poco ejercicio”.
La realidad es que no existe ningún problema en que, de manera puntual y por diferentes factores, no incluyamos algún grupo concreto de alimentos en nuestra dieta (por ejemplo, que un día que no hayamos hecho la compra no tomemos fruta), pero esto no debe prolongarse a más de un par de días ni hacerse para perder mucho peso de manera fácil y rápida”, aconseja la experta en nutrición.
Sobre esta dieta, “hay que tener especial cuidado si se padece alguna enfermedad en la que uno o varios nutrientes tengan un carácter esencial como puede ser la diabetes o el cáncer o incluso estados fisiológicos más demandantes de energía o nutrientes como el embarazo o la lactancia ya que en estos casos una deficiencia puede poner nuestra salud en mayor riesgo”.
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