Hay que comenzar afirmando que la Fiebre Porcina Africana ya invadió todo el país y estará presente de forma endémica en todas las provincias y afectará a todos los cerdos de traspatio como a las explotaciones organizadas.
Afirmar también, que es una patología endémica que nos costara muchísimos recursos económicos y humanos para poder mantenerla fuera de las grandes explotaciones porcinas aplicando los protocolos de bioseguridad y aumentando los costos de producción.
El control de la Peste Porcina Africana es mucho más complejo que el programa de vacunación anual que se realiza contra la Peste Porcina clásica, pues es más infecciosa y letal. Los brotes y propagación de la enfermedad ocurren de manera muy rápida en el país logrando la categoría de endémica y obligando a los productores a aplicar un complejo protocolo de bioseguridad para evitar nuevos brotes en las granjas.
El no disponer de una vacuna contra el PPA hace que la única alternativa posible para una crianza a nivel nacional sin sobresalto es la erradicación del patógeno con una veda de explotación de todos los porcinos, criollos y salvajes -el jabalí-, por un periodo de 2 años, entre veda y repoblación gradual, logrando también romper el ciclo biológico de la garrapata, un vector del patógeno, que puede vivir en estado de larva y de adulto en los pastizales por año y medio.
Por el desarrollo actual de la industria porcina y las grandes inversiones económicas en las 334 explotaciones modernas, con sementales y semen importados de alto valor genético; programas de inseminación artificial, y comederos y mataderos automatizados con estándares internacionales de bioseguridad e inocuidad, hacen que sea imposible tomar la decisión de erradicar el virus para lograr estar libre de PPA y tener acceso a la exportación de carne a otros países , la cual está prohibida, desde la década del 90, por la existencia de la PPC como enfermedad endémica en el país.
La difícil explotación porcina que nos espera acentuará los riegos que son innatos a las actividades agropecuarias y demandaran mayores esfuerzos financieros, tecnológicos y científicos para vivir con esta peligrosa enfermedad, mediante un control exigente, permanente y sistemático, una red sanitaria de control temprano de los brotes con su inmediata eliminación, cerco y cuarentena y control vial del movimiento de cerdos.
Esta situación demanda que se cambien los paradigmas sobre los profesionales agropecuarios que generalmente son mal pagados, vejados y cancelados con frecuencia, además de la subutilización a falta de recursos y programas con objetivos y metas bien definidas, y se apoye el desarrollo institucional que demandan los tiempos de pandemias y desequilibrio ambiental.
La degradación institucional en el sector agropecuario en los gobiernos pasados fue de tal magnitud que hizo del sector un instrumento político al servicio del clientelismo y la promoción electoral de la reelección del Presidente Danilo Medina, con la famosa Visita Sorpresa que dilapidó millones de pesos en medio de una corrupción espantosa, esta prostitución institucional degradó los recursos profesionales, los programas de investigación y extensión, los programas de vigilancia sanitaria en puertos, aeropuertos y fronteras, sin la dotación de laboratorios modernos para la prueba de PCR, de Antígeno y secuenciación del ADN para la determinación de la cepa que nos afecta.
Todo este panorama ha creado la situación de indefensión del sector agropecuario y del menosprecio de los excelentes y capacitados profesionales con sólida formación académica que hoy pululan fuera del sector o jubilados con pensiones miserables.
Por tanto, la Peste no solamente ha sido viral, también institucional, moral y politiquera que ha corroído y puesto en peligro el desarrollo de la agropecuario nacional.
Por Franklin Rosa