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Es un concepto que los inmunólogos (expertos en el sistema inmune) todavía discuten. ¿La meta debe ser potenciar, fortalecer, el sistema inmune? ¿O mantenerlo balanceado?

Altice

Un poco de las dos cosas, acuerdan.

¿Qué es el sistema inmune (o inmunitario)

Con frecuencia se cita al sistema inmune en artículos de salud y científicos, pero pocas veces se explica qué es. Muchos creen que es como una entidad etérea que atrapa a los microorganismos enemigos en una especie de limbo.

En realidad no es una unidad individual, sino una compleja red de células, tejidos y órganos que ayudan al cuerpo a combatir infecciones y otras enfermedades.

Cuando gérmenes como bacterias o virus invaden el cuerpo humano, el objetivo es atacarlo y multiplicarse. Este proceso se denomina infección. La infección genera distintas enfermedades. 

El sistema inmune puede o bien prevenir que el microorganismo infecte el organismo, o actuar para eliminarlo una vez que está dentro.

¿Cuáles son las partes del sistema inmunológico?

El sistema inmunológico está compuesto por distintas partes:

La piel. Puede ayudar a evitar que los gérmenes entren en el cuerpo.

Membranas mucosas. Revestimientos internos húmedos de algunos órganos y cavidades corporales. Producen moco y otras sustancias que pueden atrapar y combatir los gérmenes.

Glóbulos blancos. Células que matan a los gérmenes.

Órganos y tejidos del sistema linfático. Como el timo, el bazo, las amígdalas, los ganglios linfáticos, los vasos linfáticos y la médula ósea. Producen, almacenan y transportan glóbulos blancos.

¿Cómo funciona el sistema inmune?

El sistema inmune defiende al cuerpo contra sustancias que considera dañinas o extrañas. 

Estas sustancias se denominan antígenos. Pueden ser gérmenes como bacterias y virus, sustancias químicas o toxinas. También podrían ser células dañadas por el cáncer o por quemaduras por exposición al sol.

Cuando el sistema inmune reconoce un antígeno, lo ataca. A esto se le llama respuesta inmune. Parte de esta respuesta es producir anticuerpos. Los anticuerpos son proteínas que actúan para atacar, debilitar y destruir antígenos. 

El organismo también produce otras células para combatir el antígeno.

Luego de esta batalla, al sistema inmune le queda una memoria. Por eso, posteriormente, si vuelve a ver el antígeno, puede reconocerlo. Entonces, enviará rápidamente los anticuerpos correctos, por lo que en la mayoría de los casos, la persona no vuelve a enfermarse. Esta protección contra una determinada enfermedad se llama inmunidad.

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Tips para fortalecer el sistema inmune

La reglas son básicamente las mismas a seguir para tener una vida equilibrada y buena salud.

Tener una dieta balanceada. Comer frutas, vegetales, frutos secos, legumbres y carnes blancas y magras con suficientes nutrientes y antioxidantes ayudarán al sistema inmune a pelear contra los patógenos.

Aunque no lo creas, hay bacterias buenas que habitan en tus intestinos. Esta microbiótica, también llamada flora intestinal, potenciada por estos alimentos, previenen que los agentes infecciosos invadan el sistema digestivo.

Consumir alimentos con omega-3. Aunque cierto grado de inflamación es una respuesta habitual del organismo ante, por ejemplo, una situación de estrés, o un accidente o herida, la inflamación crónica puede causar que el sistema inmune deje de funcionar bien. 

Los ácidos grasos presentes en pescados como el salmón, el atún o la macarela, contienen una buena cantidad de omega-3, protegen contra la inflamación excesiva, además de ser un escudo natural contra la enfermedad cardíaca.

Prestarle más atención a los probióticos. Estas sustancias presentes especialmente en alimentos fermentados como el yogur ayudan a mantener la flora intestinal a un nivel balanceado, bien “entrenado” para rechazar patógenos.

Dormir bien. No hace falta que llegue a ser insomnio para que sea un problema para el sistema inmune. No dormir la cantidad de horas suficientes, o tener alteraciones del sueño, por ejemplo despertarse muchas veces a la noche, hace que el balance entre sueño y vigilia se altere.

Y ese balance debe existir para que el sistema inmune se mantenga balanceado.

Tomar las vitaminas adecuadas. Hay un mito que equipara las palabras salud y vitaminas sin explicar mucho más, como si toda vitamina proporcionara salud. Sin embargo, no se deben tomar de manera indiscriminada porque dependiendo de las dosis pueden no ser inocuas. Siempre hay que consultar con el médico antes de comenzar a consumir vitaminas en forma de suplementos.

Hay tres vitaminas que son las líderes a la hora de potenciar el sistema inmune:

  • Vitamina C. Es una de las vitaminas más poderosas para el sistema inmune. De hecho, ayuda a prevenir resfriados y a mejorar cuadros gripales. Los cítricos son la principal fuente de este nutriente.
  • Vitamina B6. Colabora con las reacciones bioquímicas del sistema inmune. Se encuentra mayormente en pollos y pescados de agua fría, y en garbanzos.
  • Vitamina E. Es una de las vitaminas con más antioxidantes, que ayudan a combatir infeciones. Las nueces y la espinaca, junto con las semillas, son las principales fuentes de vitamina E.
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Hacer ejercicio. Lo que se pueda, sin presiones, incluso caminar unas cuadras al día, ayuda. Moverse es la clave. Especialmente si el trabajo es sedentario: hay que intentar alejarse del escritorio aunque sea por unos minutos, varias veces al día.

Tomar mucha agua. El agua, es cierto, purifica. Mantenerse hidratado ayuda al organismo en general y, por ende, al sistema inmune.

Controlar el estrés. Desafortunadamente es una de las cosas más difíciles de lograr y de las que más impacta en el sistema inmune.

El estrés, al que se considera una reacción psicológica, tiene un impacto concreto en el organismo, manifestaciones físicas que alcanzan al sistema inmune.

Tipos de inmunidad

Hay tres formas de inmunidad:

Innata. Es con la inmunidad con la que se nace, la primera línea de defensa del organismo conformada por la piel, las membranas y los órganos que que forman parte del sistema inmune.

Activa. Es la que se desarrolla cuando el organismo entra en contacto con un gérmen, o la que se genera al vacunarse contra un gérmen.

Pasiva. Ocurre cuando se reciben anticuerpos contra una enfermedad en vez de generarlos naturalmente. Por ejemplo, los bebés reciben anticuerpos de sus mamás, o por ejemplo se pueden obtener anticuerpos de productos sanguíneos como el plasma.

Enfermedades autoimmunes

Así como el sistema inmune es el mejor amigo del ser humano porque lo protege de enfermedades, a veces puede convertirse en el peor enemigo.

Por razones que en muchos casos son un misterio para la ciencia, en ocasiones el sistema inmune ataca las células, tejidos y órganos sanos, a los que debería estar protegiendo.

Esta reacción atípica y desquiciada puede causar unas 100 enfermedades. Algunas de las más frecuentes son:

Esclerosis múltiple

Anemia perniciosa

Artritis reumatoide

Diabetes tipo 1

Lupus eritematoso

Una persona puede ser diagnosticada con más de una enfermedad autoinmune a la vez.

Esta información se ha tomado de las fuentes descriptas a lo largo del artículo y citadas abajo. Pero no reemplazan el consejo de tu médico.

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