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Las personas más influyentes de hoy tienen algunas características comunes que nos hacen pensar que debemos ser así para triunfar

Diego A. Sosa

Altice

Líderes con valores es hoy una expresión que debemos analizar muy bien. Leyendo el estudio de las Dras. Frizon y Board sobre los gerentes generales de las principales empresas británicas me siento un poco más ilustrado de lo que está sucediendo. Hace unos años escribí en esta columna un artículo que ilustraba la situación.

Ellas sacaron características comunes de 39 personas en lo más alto de las empresas. Encontraron entre otras: Gran destreza para adular y manipular a personas influyentes, egocentrismo, narcisismo, un fuerte sentido de autoridad y disposición a explotar a los demás, falta de empatía y conciencia.

He visto empresas que siguen este patrón para elegir a los líderes del futuro. Tanto cuando los ingresan a las filas, como cuando los toman en consideración para puestos de dirección. Algunos lo hacen sin darse cuenta, es que eligen a imagen y semejanza de los que ya están arriba. Aparentemente es lo que hoy debemos cargar para lograr subir.

¿Está bien? No soy quién para juzgarlo. Al final desglosaré la otra parte del estudio y usted podrá sacar su propia conclusión.

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Mi generación, la llamada generación perdida (los nacidos del 1960 al 1980) fuimos criados por personas que habían vivido en tiempos de autoritarismo. Mucho se reflejó en nuestra crianza… sin saber exactamente por qué, teníamos que obedecer. Aprendimos a eso… a obedecer.

Tuvimos familia y veo que en general seguimos el patrón… seguimos obedeciendo; ahora a los hijos. Comenzó un cambio interesante. Más libertades y muchos miedos de cómo criar. Cada día vemos jóvenes que se amoldan a las características que buscan las empresas mencionadas anteriormente: Egocéntricos, sin empatía, narcisistas, capaces de manipular y otros aditamentos más.

¿Los estamos preparando bien para este nuevo mundo? Puede ser, lo que me asusta es pensar que estamos preparando un nuevo mundo que no piensa en las comunidades, sino en “primero yo y lo mío”.

Con esas características, los gerentes generales son capaces de hacer grandes ganancias. Y lo más interesante, cuando hay grandes pérdidas manipulan a los estados para que se las traspasen a los que pagan los impuestos. Ya lo vimos en las grandes crisis modernas, los estados salieron a pagar las deudas de las empresas que no supieron manejarse y al final sus ejecutivos cobraron grandes bonificaciones… como si hubiesen hecho un gran trabajo.

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Retorno al estudio de Fritzon y Board: Ellas también estudiaron a habitantes del hospital de especialidades de Broadmoor. Las puntuaciones de estos fueron similares y hasta por debajo de los gerentes generales mencionados con anterioridad. La cuestión no es que eran enfermos del corazón, sino psicópatas condenados por delitos graves.

Como vemos, hay mucho parecido entre un psicópata y muchos gerentes generales de las principales empresas británicas.

Pero cuidado: La palabra psicópata se asocia a asesinos. No hay que serlo cuando se tienen las características que ellos cargan. Podernos desconectar de la realidad dolorosa es en algunas circunstancias de gran ayuda… de lo contrario un cirujano no pudiera ayudar a alguien que conoce. Son herramientas que pueden servir para construir o para destruir. Mi columna mencionada se llama “Psicópatas empresariales”, la problemática planteada es cómo destruimos la vida de muchos con el objetivo de construir riquezas para pocos.

FRASE DE LA SEMANA

“Tener éxito destruyendo a otros no es lo que llamaría un triunfo con valores”
Diego A. Sosa
Consultor, Conferencista y Escritor

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