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JUAN T H

Altice

La violencia contra la mujer es más antigua el nacimiento de la fe religiosa, sobre todo la cristiana que la hace responsable de la tragedia humana al convencer al descerebrado de Adán de comer la manzana del árbol prohibido, condenándola Dios, macho-masculino a “parir los hijos con dolores” (entonces no existía la Cesárea inventada por los Césares del imperio Romano)

Decir que es un problema mundial, no basta, que en todas partes las mujeres caen como moscas, que son violadas, vejadas, humilladas, enajenadas, embrutecida y asesinadas, lo sabemos porque lo vemos, porque lo vivimos a diario, no es suficiente.

Es trillado afirmar que la mujer es la mitad de la humanidad y la madre de la otra mitad.

No resuelve el problema seguir insistiendo en el carácter  y absurdo del mundo capitalista. Total, en el socialismo ha sucedido más o menos lo mismo: la mujer relegada con tareas, oficios y profesiones estereotipadas.

La tesis de que los hombres tienen la primacía porque son más fuertes, porque van a la guerra con todos los sacrificios que implica, es ridícula, como ridículo es el “sexo fuerte” masculino.

Decir que el problema de los feminicidios es multifactorial dejó de ser académico, al igual que la cultura masculina ancestral como la sotana que pretende explicarlos y justificarlos en las aulas.

¿Qué hacer para detener las agresiones físicas y psicológicas contra las mujeres? ¿Educar a los hombres? Y a ellas, ¿quién las educa? ¿Dónde? ¿Cómo evitar que sean tratadas como una cosa, como propiedad privada? ¿Cómo insertarla en condiciones de igualdad en el mercado liberal de la ciencia, la tecnología, etc., sin qué se sientan discriminadas, con salarios bajos aun haciendo las mismas tareas de sus pares varones? ¿Cómo hacer que desaparezca el concepto “mío”? (Mi mujer, mi marido) Sabemos que durante miles de años lo “mío”, lo “tuyo” no existía porque todo era de todos dado el hecho de que los niveles de producción o modo de producción no tenían el desarrollo necesario para la individualización y la privatización.

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Ahora que parecen estar de “moda” los feminicidios Me he preguntado, ¿Qué responsabilidad tienen los medios de comunicación; televisión, radio, periódicos, redes sociales, cines, en la difusión masiva y morbosa de las muertes constantes de las mujeres a manos de sus esposos, amantes, enamorados, ex amantes, ex pareja, etc., Que muchas veces terminan suicidándose ellos mismos?

Las mujeres escuchan a los dirigentes políticos de todos los países exclamar la necesidad de extender las libertades públicas, de construir sociedades más solidarias, más participativas, darle voz a los que no tienen voz. Y ellas se preguntan –con razón- ¿y en sus hogares, pa’ cuándo? Democracia en las calles, pero en casa,  ¿dictadura sin respaldo popular?

Es cierto que con los años las mujeres han ido ocupado espacios cada vez más grandes en sus respectivas sociedades, que se han convertido en presidentas de muchos países, de empresas enormes, etc., pero ¿cuánto han sufrido, cuánto han tenido que pagar, cuánta sangre, cuántos sacrificios? Lo que a un hombre le cuesta poco o nada, a una mujer le cuesto todo, a veces hasta su dignidad. Es lamentable, pero las mujeres tendrán que seguir su lucha, continuar aportando trabajo, estudio, sacrifico y sangre para alcanzar, en el tiempo que sea necesario, cien o doscientos años, mil años si es preciso,  hasta construir una sociedad que las valores, que las respete y las coloque en el lugar que le corresponde, que no es otro que el de la igualdad.

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Los políticos no tienen solución al tema de la mujer porque es estructural, es la manera en cómo está concebido el Estado y sus instituciones políticas, académicas, culturales, religiosas, civil y militar. Sociedades corrompidas, pervertidas, ignorantes, sumisas, atrapadas en el oscurantismo mágico-religioso, sin la educación apropiada, sin empleos dignos, con pobreza extrema, no puede parir una sociedad justa, equilibrada emocionalmente donde todos seamos uno independientemente del pene y la vagina. La sexualidad no puede definir el problema de los asesinatos constante. Y explicarlos menos.

En mi libro, “de amores y otros dolores escribí: “El hombre que mata a una mujer se mata a sí mismo sin saberlo”. En “Noches de Insomnio dije; “El amor no mata, ama” “Nadie mata a una mujer por amor,” “Mata el odio, el rencor, pero el amor, no pata. El que odia no ama. Los crímenes pasionales lo inventaron los periodistas, tan machistas y atrasados como los que cometen esos brutales hechos.

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