El dolor de perder a un ser querido
Por Tuto Tavárez
Me encuentro frente a la computadora, sin cabeza para escribir, con el corazón lacerado. Mi sobrino Klein, un muchachito bueno, tranquilo y hogareño, apareció muerto en la ciudad de Nueva York. Desapareció el domingo y tomó una decisión que nadie entiende en la familia, dejando la interrogante de ¿por qué?
Un adiós inesperado
Eran solo 23 años, casi no salía y cuando lo hacía pedía permiso a sus padres, como hizo el pasado sábado. Una vez lo visité en su residencia de Queens y le dije que Pablo (mi hijo) estaba bravo con él, me preguntó ingenuamente ¿por qué? Y me inventé una mentira.
Le dije que Pablo estaba bravo porque él no le había mandado una gorra de Grandes Ligas. Entonces, más que con palabras, me preguntó con su lenguaje de niño ¿él gusta o yanquis? Le dije, ese es su equipo y apareció una gorra de los Yanquis, que no pronunciaba “los” sino “o”.
Recuerdos y dolor
Recuerdo que mi hermana Josefina vino con el embarazo a parirlo aquí, para que naciera en el país como Kelvin y Sergio, dos hermanos que están inconsolables por la pérdida de su niño. Además de que aquí estaba mamá (América), su mano derecha.
Aunque criado en los Estados Unidos, nadie lo había visto gozar tanto, cuando fuimos a Jimayaco, La Vega, se montó en un burro y se bañó en el riíto. ¿Qué le digo a Antonio su padre? No hay palabras ni para decirle ni él para responderlas.
Un adiós sin respuestas
¿Qué te digo Klein? ¡Hasta pronto, hasta luego! No sé, no estaba preparado para esto, pero espero volver a verte. Ahora descansa.