Por Humberto Fernández
En un escenario político muchas veces marcado por la distancia entre los gobernantes y la ciudadanía, el presidente Luis Abinader ha trazado una ruta distinta. Su liderazgo se sostiene no solo en obras y decisiones de Estado, sino también en una cercanía constante con la gente, una apertura al diálogo y una firme lucha contra la corrupción. No se trata de percepciones ni discursos: se trata de hechos.
Uno de los ejemplos más recientes ocurrió el pasado sábado 12 de julio de 2025, día de su cumpleaños. En lugar de celebraciones personales, el presidente se trasladó al municipio de Quisqueya, en San Pedro de Macorís, donde entregó 1,800 títulos de propiedad a igual número de familias. Durante el acto, expresó: “La mejor forma de celebrar mi cumpleaños es entregando títulos a los más necesitados”. Más de 7,200 personas resultaron beneficiadas gracias al programa de titulación ejecutado por la UTECT, en coordinación con el CEA y la Jurisdicción Inmobiliaria.
Este gesto se suma a una serie de acciones que reflejan un estilo de gobierno centrado en la gente. Durante la pandemia, Abinader visitó hospitales, supervisó centros de vacunación y encabezó personalmente programas de asistencia como Fase y Quédate en Casa, que llevaron alivio económico a millones de familias.
En varias ocasiones ha recorrido sectores populares sin cámaras oficiales ni protocolos estrictos. En 2023, visitó el barrio Capotillo. En 2024, sostuvo encuentros con jóvenes emprendedores en Santo Domingo Norte. De esos diálogos surgieron compromisos que se han ido cumpliendo, como la expansión de programas de formación técnica y el acceso a financiamiento.
También jugó un rol clave en el proceso de conclusión de la presa de Monte Grande, al realizar visitas recurrentes a la región Sur y mantener contacto directo con comunidades y autoridades locales, garantizando que la obra se terminara después de años de estancamiento.
En su apuesta por una gestión cercana, Abinader ha encabezado más de 80 consejos de gobierno y reuniones de seguimiento en distintas provincias, descentralizando la toma de decisiones y acercando el poder ejecutivo a las realidades del territorio.
Un elemento que refuerza su carácter accesible es La Semanal con la Prensa, un espacio instaurado cada lunes en el Palacio Nacional, donde el presidente responde directamente a preguntas de periodistas y ciudadanos, sin restricciones ni intermediarios. En un país donde otros mandatarios limitaban el contacto con los medios, Abinader ha democratizado la comunicación pública, enviando un mensaje claro de apertura y transparencia.
Otro pilar fundamental de su gobierno ha sido la lucha contra la corrupción. Desde su primer día en el cargo, dejó establecido que no protegería a ningún funcionario. Ha respetado la independencia del Ministerio Público, permitiendo que los procesos judiciales avancen sin interferencias. Su frase ha sido clara y contundente: “No habrá impunidad, sin importar el apellido o la posición”.
Recientemente, el presidente visitó el Centro Histórico de Santiago, completamente remozado con el respaldo del gobierno central. Caminó sus calles restauradas, conversó con vecinos y escuchó a una comunidad agradecida por la recuperación de un espacio patrimonial que estuvo olvidado por décadas.
Sin protagonismos innecesarios ni populismo, Luis Abinader ha mostrado que es posible gobernar con transparencia, cercanía y coherencia. Que el poder puede usarse para servir, no para aislar. Y que el contacto directo con la gente no es una estrategia: es una convicción.